Adis Husidic tenía cinco años cuando estalló el peor enfrentamiento desde la II Guerra Mundial en Europa. Lo que en principio parecía ser una contienda por el territorio derivó rápidamente en un conflicto religioso y cultural entre serbios ortodoxos, croatas católicos y bosnios musulmanes. Como bien explica Husídico, lo que se vivió en la antigua Yugoslavia entre 1992 y 1995 fue “una masacre a tres bandas”. Su exilio en Alemania fue casi peor que la guerra. El odio y el desprecio que tuvo que aguantar en la escuela formó el carácter del joven Adis que buscó refugio en el fútbol.
El sobrenombre de ‘Baggio‘le viene porqué su padre, gran aficionado al fútbol, siguió el Mundial de Italia de 1990 donde Yugoslavia llegó a cuartos de final. El padre Husídico siguió con atención a un jugador que le tenía el corazón robado: Roberto
Baggio. Cuando su hijo Adis comenzó a despuntar le puso ese apodo que le ha seguido toda su vida deportiva.
Salió de Bosnia-Herzegovina a los siete años con su familia dejando tras de sí los horrores de una guerra para lanzarse a la incertidumbre de un campo de refugiados y sus paupérrimas condiciones. Dirigiéndose hacia el suroeste de Croacia con sus padres y su hermano mayor Alen, evitaban cruzar bosques y campos ya que la situación más peligrosa que podía aparecer en su trayecto no era encontrarse con una facción militar u otra, sino las minas antipersonas.
En el campo de refugiados, improvisadamente, se tuvieron que instalar en una tienda con otras 15 personas. Su padre tuvo claro que no podía vivir de esa manera y consiguió, al cabo de unas semanas, sobornar a un soldado del campo para salir a hurtadillas y dirigirse a Separar, en la costa croata, donde unos familiares pudieron acogerlos en una habitación. Las condiciones mejoraron aunque no pudieron salir del habitáculo durante seis meses. Una información llegó a oídos de la familia: el gobierno alemán estaba dando asilo a los refugiados de la guerra de los Balcanes. Su proceso administrativo de petición de asilo siguió su curso y en pocos meses pudieron desplazarse hasta Hamburgo.
Entonces los hermanos Husídico se dieron con la cruda realidad. Llegaron a la ciudad alemana y ocuparon un diminuto piso de protección oficial. Adis y Alen asistieron a la escuela pública del barrio y allí descubrieron como el odio y el desprecio afloran ante el recién llegado. Gritos, empujones y odio, mucho odio.
Él y su hermano acababan peleándose prácticamente cada día con alguien. La pesadilla duró tres años y medio. Además sus padres, contables de profesión, no encontraban trabajo. Subsistían gracias a los bonos de ayuda del gobierno alemán y se vestían con ropa procedente de donaciones.
Entonces apareció el fútbol. El Uetersen, un club formado por alemanes e hijos de inmigrantes turcos, les acogió sin preguntar su procedencia, su cultura, su religión o su idioma. Rápidamente, los hermanos Husídico encajaron en el equipo y sus penurias diarias tenían un oasis de calma en los terrenos de juego. Pero la felicidad duró poco: las ayudas gubernamentales se cerraron cuando la guerra se dio por terminada. Era el momento de escoger un nuevo camino y volver a Bosnia no era una opción. Consiguieron un visado como refugiados en los Estados Unidos. Del aeropuerto de Chicago a hacer los trámites para ocupar una vivienda, un piso pequeño de protección oficial en un barrio marginal del sur de la ciudad al lado de las vías del tren.
Al principio el idioma fue un obstáculo pero con pasmosa evidencia se fueron agregando en la comunidad, empeñados en prosperar. Y apareció de nuevo el fútbol como pieza integradora de su vida.
En 2003, con 16 años, ‘Baggio’ Husidic jugaba en el equipo del instituto y su fútbol de calle aportaba la contundencia y la picardía necesaria en un país donde el fútbol es el cuarto deporte en atención mediática y todavía estaba muy verde.
En la Universidad de Illinois en Chicago (UIC) jugó con los Llamas donde su nombre empezó a conocerse en los circuitos de Next Generation de Adidas.
En un partido contra el equipo donde jugaba el hijo del entrenador de Fuego de Chicago, Dave
Sarachan, Adis Husidic deslumbró con su juego ‘street-fighting dude’ (jugador de pelea callejera). Le ofreció un contrato junior con el equipo filial de los Fuego, el Sockers FC.
Tras un año a prueba en el Calcetines, Husídico hace el salto al profesionalismo al firmar por los Fuego de Chicago de la MLS, la primera división de fútbol de Estados Unidos, donde estará tres años. Se convierte en una pieza importante disputando 50 partidos y marcando 5 goles pero vuelve a Europa cedido una temporada al Hammarby sueco para seguir creciendo.
Terminada su cesión, con 26 años, recala por cuatro años con los Galaxia donde consigue un título, la Copa MLS. Cuelga las botas en 2019 y pasa a formar parte del staff técnico como ayudante en el primer equipo del Colegio de Santa María en Moraga, California,
El sentimiento de ‘Baggio’ Husidic hacia todo lo vivido en la guerra de los Balcanes y sus consecuencias personales es de perdón. Hizo suya una frase de Nelson Mandela que le ha acompañado toda su vida: “Nunca eres libre hasta que perdonas”.