Entre los tantísimos logros que consiguió River durante el ciclo Gallardo, puertas adentro en el club siempre se destacó uno que no está en las vitrinas del Museo: los ocho años y medio que duró la era del Muñeco funcionaron como un círculo virtuoso en el que hubo, como en cualquier grupo de trabajo, problemas y frentes internos, pero en el que nunca se destaparon conflictos hacia afuera ni hubo miradas de desconfianza entre las patas principales del club, que siempre se mostraron como una familia.
Ese paradigma tuvo un quiebre en los últimos días: a partir de la vuelta olímpica en el Monumental hace menos de dos meses se empezaron a suceder episodios que no sólo no son propios de un equipo campeón sino que no son propios de esa comunión que ostentó el CARP en tantos años. Y es que en las últimas horas surgieron molestias de parte del plantel, especialmente de los referentes, con Martín Demichelis y se suscitaron reuniones que dan cuenta de problemas de vestuario que siempre fueron ajenos.
Ya había antes de estos últimos (y muy malos) partidos algunos manejos del entrenador que eran mirados de reojo por futbolistas, entre decisiones tácticas y algunas declaraciones públicas que no pasaron inadvertidas (por ejemplo, hubo molestias post ida de octavos ante Inter cuando el cordobés dio a entender que pensaba en sacar a Nacho Fernández pero que le costaba hacerlo porque es “el cerebro del equipo”: a partir de allí, NF casi ni jugó).
Pero en los últimos días ese proceso se aceleró: en el plantel tomaron conocimiento de un diagnóstico que se hizo puertas adentro del cuerpo técnico sobre la falta de temple del equipo en Brasil para explicar la temprana eliminación en la Copa Libertadores y, para colmo, se enteraron de más de una reunión off the record con periodistas en estas semanas. Y eso molestó. Pero molestó aún más cuando hubo filtraciones internas sobre el contenido de estas charlas.
Más de un futbolista entiende que el técnico los expuso en privado pero también hacia afuera: así se tomaron, por caso, las declaraciones de MD tras la fea derrota en el Amalfitani, en las que el deté advirtió que “las soluciones no pueden venir siempre desde el banco”. Es que hoy la desconfianza es mutua: así como la mesa de los ocho referentes del plantel (Pérez, Armani, Nacho, Maidana, Casco, Suárez, Kranevitter y DLC) se disgustó con los últimos errores de gestión del entrenador, desde el CT observaron con especial preocupación la actitud del equipo en los últimos partidos, con foco en las derrotas en Porto Alegre y en Liniers.
Reuniones para intentar seguir adelante
¿Cómo se resuelve esto hacia adelante? Es difícil anticiparlo. Por lo pronto, a partir de este cortocircuito hubo una charla grupal y también otras individuales, como con los capitanes EP y Armani e incluso con un González Pirez del que trascendió hace varios días una versión que dice que Demichelis no lo consideraría seguro para el plano internacional. Lo cierto es que la confianza es algo que puede perderse en un minuto y que puede demorar muchísimo tiempo en recuperarse, si es que se recupera.
En ese sentido, hoy nadie puede asegurar que el entrenador enderezará el barco en el corto o largo plazo. Y es que la situación afecta a muchos de los actores que en la noche del martes estuvieron en una cena anual de la Fundación River que llegó en un momento muy particular y que acaso haya servido para mostrar hacia afuera una unión que en las entrañas del grupo se ve amenazada.
Por ejemplo, las réplicas se ven dentro del propio equipo de trabajo del entrenador: Javier Pinola, nexo lógico entre Demichelis y los líderes, quedó en una posición incómoda para intentar ser uno de los que recomponga las partes (otro es, claro, Ponzio desde la secretaría técnica: al León se lo vio anoche abrazado a Pérez, su sucesor de cinta); y al otro lado, quien ya estaba apuntado incluso por parte de la estructura de fútbol es Germán Lux. Una estructura que, por otra parte, hoy se replantea el manejo de las Inferiores y empieza a dejar entrever ciertas diferencias de visión futbolística entre la dirección deportiva y el cuerpo técnico…
En este contexto desde la dirigencia saben que este episodio puede dejar secuelas hacia adelante y ven con preocupación el estado público que tomaron las últimas decisiones de un Demichelis al que observan mal asesorado. Por lo demás, sorprendió la mala gestión que provocó la tormenta, la falta de contexto que reviste con el rival de toda la vida en semis de CL, y también de timing para que se alimentaran desde adentro las ideas del propio MD de hacer una renovación generacional cuando eso de todas maneras iba a ocurrir de forma natural con la expiración en diciembre de varios contratos, entre los cuales está el del propio Enzo Pérez.
Lo que tendrá que cambiar rápido, y por el bien de River, es este momento para que la ruptura no sea definitiva. ¿Se puede?