«Les digo hoy, con toda seguridad y con toda la seriedad del caso, que la Liga Femenina a partir del año entrante será de un año entero”. Palabras de Ramón Jesurún a mediados de 2022.
Que la del año pasado no se pudo hacer, que era un esfuerzo económico demasiado, grande, que tranquilas, que vendrán tiempos mejores. Palabras suyas, que quede claro:
En enero de 2023, al ser consultado por el diario El Colombiano, le pasó la pelota a Fernando Jaramillo, presidente de Dimayor, el autorizado para referirse al tema en representación de los clubes.
Y llegó la disculpa: “El calendario internacional no nos ayuda, porque tenemos Mundial de fútbol femenino de julio a agosto, además somos anfitriones en octubre de la Copa Libertadores. Hay que tener en cuenta también que son 17 clubes que hacen un esfuerzo inmenso desde lo económico, 8 de los cuales están obligados a jugar este certamen para cumplir con las obligaciones de la Conmebol. Entonces, no es fácil tener un contrato a 11 o 12 meses cuando todavía no es autosostenible el fútbol femenino, sabemos que no es lo ideal, queríamos realizarla hasta septiembre pero por el tema económico no se pudo”, respondió al citado diario.
Unas veces fue el dinero, otras la presunta falta de audiencia que pronto se desvirtuó, ahora es el calendario. ¿O no? El presidente de Nacional, Mauricio Navarro, dijo que fue la Dimayor la que le bajó el pulgar al torneo prometido: «hicimos una propuesta en la que pedíamos que se jugara hasta junio la fase clasificatoria y que después del Mundial y Copa Libertadores se disputaran las finales para que terminara en septiembre, pero no la consideraron, por votación fue derrotada en la asamblea».
Entonces, tampoco parece ser una cuestión de tiempo. O de salarios dignos, o de patrocinadores. Ni la coyuntura de una Copa Libertadores en Colombia sirvió para tener el torneo prometido. En el actual, las jugadoras que no van al Mundial de Australia y Nueva Zelanda o a la Copa Libertadores, que son decenas, competirán cuatro meses y tendrán 8 meses sin actividad.
Y pensar que los resultados ahora sí serían indiscutibles, que obligarían a esa Liga Femenina digna que por años se ha esperado, que a la hora de las victorias son los mismos que lanzan promesas al viento los que aparecen en la primera plana… en fin, la falta de palabra.