Se ganó y punto.
Universitario se convirtió en el primer club peruano en ganar en Argentina por la Sudamericana. Además, ganó por primera vez en un torneo internacional desde 1967. Desde que llegó Fossati, cambió por arte de magia su presente, su actitud, sus resultados.
Revivió Piero Quispe, volvió Emanuel Herrera al gol, se afianzó Riveros con la línea de tres, despertó Urruti y ahora Alexander Succar, que no hacía gol hace seis meses, asumió la responsabilidad desde los doce pasos. Jorge Fossati no solo le ha dado solvencia a un plantel que no armó él, también le ha dado confianza y ello ha permitido que los rendimientos individuales se disparen. Dicen que recuperar a un jugador desde lo mental es fundamental para elevar el rendimiento. Fossati lo entiende así y su experiencia lo respalda.
Fossati, como fue en su momento Gregorio Pérez en Universitario o incluso Ricardo Gareca en la selección, es un buen administrador de los recursos. Con poco o con lo que hay, hace y mucho. Desde su llegada, con dos entrenamientos, cambió el sistema al 3-5-2 y ganó. Desde entonces ha logrado 16 de 18 partidos.
Incluso Alfonso Barcos entró y fue figura.
Si no es un milagro, lo de Fossati con cada jugador y en conjunto, está muy cerca. Quizá no fue un rival de jerarquía, pero la ‘U’ en Argentina hizo lo básico, lo que a fin de cuentas, importa: ganar. No importa en qué nivel compitió, porque competir no te asegura el triunfo. Lo que hizo la ‘U’ fue no darse por vencido, insistir gracias al buen pie de Piero Quispe, atacar con intensidad gracias al buen nivel de Nelson Cabanillas y desgastar al local con terquedad. Así, de tanto ir llegó la jugada del penal. Y no la desaprovechó.
Con Fossati, la ‘U’ superó la barrera mental del casi.
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