Los reglamentos tienen que ser cumplidos. Las normas son normas y no se trata de estimular a que los deportistas las rompan. No es saludable. Pero cuando alguien escucha hablar del «espíritu de las leyes», el caso Santiago Silva debería ser contando una y otra vez. La buena noticia, que alegra al hincha futbolero en general aunque tal vez nada lo una con el uruguayo, es que fue habilitado para jugar. Después de seis meses, entendieron que el tratamiento de fertilidad que estaba haciendo el jugador no tenía que ver con un caso de doping. Que se trataba del sueño de una persona por volver a ser padre.
El Tanque podrá volver a las canchas.
Is true, la primera decisión ante un resultado positivo en el control debe ser la de la suspensión. Pero, en cuanto Silva -en este caso-, presentó cuál había sido su situación, debieron actuar mucho más rápido que lo que actuaron. Si la inactividad competitiva es para cualquiera un freno en el desarrollo de su carrera, ni hablar si se trata de un jugador de 40 años.
Y ese espíritu del reglamento no es hacerles trampa a las leyes, ni acomodarlas por conveniencia. Sino comprender cuál es el fundamento de la norma, evaluar si ese objetivo estaba vulnerado y hasta revisar los antecedentes de la persona que no estaba cumpliendo. Por ningún lado pareciera que la sanción podía sostenerse. El tema es que Silva, gracias a sus goles en tantos equipos, pudo llevar su problema a los medios, «movió» un poco el ambiente, pero quizás haya muchos que, sin la misma suerte, terminan su vida futbolera antes de lo merecido.
Seis meses de espera y ahora sí Silva podrá darse el gusto de retirarse cuando se le dé la gana o cuando no haya un equipo que lo contrate. A los 40, siguió trabajando físicamente pero ahora deberá buscarse un club y ojalá que le queden muchos goles por festejar.
Esperemos que la sensatez no haya llegado a destiempo.