Dicen que cuando Yoshimar juega bien, el equipo también.
No existe argumentos para rebatir eso y basta con mirar la repetición del partido contra los surcoreanos para convencerse de lo escrito líneas arriba. Yotún no es el ‘10′, pero juega como un ‘10′ unos metros más atrás, pegado a la línea del mediocampo, donde es determinante su panorama de lo que sucede en la cancha para decidir qué hacer. Tiene ese toque de distinción que lo hace un cerebro pensante con los pies y que le da esa intensidad para colaborar con la recuperación de la pelota cuando es necesario. Es un todoterreno, un pulmón que oxigena a la selección.
Su nivel no debería ser una sorpresa ni motivo de cuestionamientos, porque el propio Yoshimar se ha encargado de cumplir con las expectativas que se tenía sobre él. Recordó ese buen momento que atraviesa en Sporting Cristal y lo trasladó a la bicolor, donde se ha vuelto el engranaje que hace funcionar al equipo de Reynoso. Su presencia en el campo es sinónimo de buen fútbol, aunque no siempre resulte como está planeado. Pero esta vez fue diferente, porque Yotún apareció cuando tuvo que hacerlo, fue el líder silencioso de un Perú que empieza a recobrar la memoria del ‘chocolate’ olvidado y que quiere más.
Insisto, cuando Yoshimar juega bien, el equipo también.
Este partido le sirvió para convencerse de que su técnica continúa vigente a sus 33 años. Tal vez no es el Yotún en su pico de rendimiento, pero volvió a ser ese Yotún que todos queremos ver. Frío para construir juego, claro para descargar al compañero y aguerrido para marcar. Cuando él piensa, todos callan. Porque al diferente hay que dársela siempre y si está en buen momento, mucho mejor. Quedó demostrado que Perú juega a algo con Yoshimar en el campo y que sufre cuando está fuera él. Pero eso es un arma de doble filo, porque el zurdo no es eterno y no hay un relevo cercano que pueda tomar su lugar cuando esté ausente.
Más allá de la sensación que dejó su buen partido y de lo que puede darle a la selección, Yotún es uno de los pilares en los que sostiene el ciclo de Reynoso. Sin embargo, es tarea del entrenador exigirlo, cuidarlo y rodearlo como ante Corea, donde hizo dupla con Pedro Aquino. El reto está, sin duda, en encontrarle un reemplazo que mantenga el funcionamiento del equipo. Pero siempre con cuidado, porque si a la selección le quitas el corazón, deja de funcionar.
Que quede claro, cuando Yotún juega bien, el equipo también.
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