- Oliver Sonne: ¿cómo jugaría en el Perú de Reynoso y cuánto podría aportar a la bicolor?
¿Cómo resumir la actuación peruana en Santiago? Pues, en tres palabras: desastre, dolor y desilusión. En ese orden, porque ejemplifica cada etapa de lo que fue el partido contra Chile. El desastroso juego que ofreció la bicolor es una constante que parece no preocuparle a Reynoso. Desde el inicio se vio a un equipo inconexo, sin inventiva ni ingenio. No tuvimos la pelota, no fuimos protagonistas ni quisimos ganar el partido. Recién fuimos a buscar el arco chileno tras el 1-0 y con un Bryan Reyna que intentó en el poco tiempo que estuvo. Pero así no alcanza, hace falta más y no hay solución a la vista.
Reynoso planteó un partido defensivo, como ya es una costumbre cuando juega de visita en Eliminatorias. Apostó por el contragolpe, pero no resultó. La única acción que tuvimos en la primera mitad fue con Luis Advíncula y un remate de zurda sin mucha dirección. Luego, la deuda de siempre: no logramos patear directamente al arco y defendíamos con uñas y dientes los embates de Chile. El local nos superó y ante su insistencia ofensiva creció la figura de Pedro Gallese, algo que tampoco sorprende, porque siempre necesitamos de él. El ‘1′ puso las manos y hasta la cara para evitar el gol, fue quien más se exigió y quien más sufrió en los 90′.
Pero el fútbol es así y el desastre en el juego ya era evidente. Sin ideas ni asociaciones, Perú resistió hasta donde pudo, incluso con las modificaciones que Reynoso hizo para cambiar lo que parecía ser un destino inevitable. Marcos López entró al inicio del complemento; después lo hicieron Wilder Cartagena, André Carrillo y Anderson Santamaría. Sin embargo, el trámite fue el mismo. Nada cambió y Chile siguió insistiendo, hasta que tuvo recompensa: sacó rápido un tiro de esquina ante el desconcierto de la bicolor y Diego Valdés batió a Gallese.
Solo allí reaccionó Reynoso, cuando Perú estuvo abajo en el marcador. Y quien más insistió fue Reyna, a quien prefirió sentarlo en reemplazo de un Andy Polo intrascendente y en una posición distinta a la que desempeña en la ‘U’. Pero, más allá de ese desastre, lo que provocó el dolor y la posterior desilusión fue el segundo gol chileno. Alexander Aravena lo sacó fácilmente con el cuerpo a Anderson Santamaría, envió el centro al segundo palo y López, en una acción displicente, comete un autogol que selló la derrota. Todo estaba consumado.
Esa manera de perder duele y desilusiona porque no hay argumentos para hacernos pensar que la situación puede cambiar. Da la impresión de que Perú retrocedió en lugar de avanzar o, por lo menos, mantenerse en un proceso que ya tenía una idea de juego. Dentro de la carencia y la necesidad, la bicolor había encontrado en sí misma una identidad de la cual sostenerse. Esa misma le daba esperanza para conseguir buenos resultados; pero lo que hoy tenemos es un equipo que no puede asociarse ni patear al arco. Y así es difícil sacar buenos resultados. Caminamos hacia la desesperanza, siempre jugando a no perderlo en lugar de ganarlo.
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