Goles son humores. Y River, en parte, cambió el ánimo de sus disconformes hinchas reponiéndose de otro tanto de pelota parada y, con uno más, sopapeó a Barracas.
Tenía varios desafíos el equipo de Demichelis en su regreso a casa. Aprender de sus errores aéreos -con el diario del lunes, una cuenta pendiente-, mantener la imbatibilidad en el Monumental y, de una vez por todas, cortar la sangría. El campeón no podía permitirse otro traspié, mucho menos después de aquella dolorosa eliminación copera, y pese a algunas dudas iniciales mostró su porte.
Pasó de perder mostrando poco a ganar, gustar y golear -logró la mayor diferencia de score del ciclo- con un mensaje adherido al paquete del 5-1: está de pie.
De entrada, es cierto, fue algo experimental: a los cambios obligados les sumó el debut de Manu Lanzini reemplazando a Nacho Fernández y el ensayo con un Santiago Simón reconvertido en lateral. Y durante ese tramo le costó hallar los caminos para vulnerar a Barracas, que se defendió con comodidad esperando para contragolpear. Con la pelota en los pies era más, pero con la que más le cuesta dominar, la aérea, hizo todo lo que no debía hacer: le concedió corners y faltas innecesarias a un equipo especialista en la bola parada.
Después de que le anularan el empate a Enzo Díaz -ganó de arriba en un córner de Lanzini, pero toda la circunsferencia de la pelota no había pasado la línea-, De la Cruz tiró un centro con veneno que Sepúlveda, antes héroe, mandó a la red en contra. El grito despertó a River, que dejó de tocar por tocar y lo empezó a hacer con un propósito. Y ahí entendió que dos o tres pases le alcanzaban para ponerse de frente al arco de Villar. Y si en el primer tiempo no llegó a traducirlo en el resultado (Lanzini se enredó luego de una asistencia no-look de Miguel Ángel Borja), en el segundo aprovechó todas las ofertas.
De la Cruz, a la postre la figura del contundente triunfo, mandó a la red el 2-1, un gol de arco arco que contó con siete toques y se transformó en el grito de la tranquilidad y el que detuvo el “vamos, River, vamos” que bajaba de la tribuna pidiendo más..
Lo que siguió después de la expulsión de Insua, más allá de una esporádica tapada de Armani luego de las dudas de Simón en un cierre, fue la fiesta. Ya en el baile, con muchos bailarines nuevos y otros que necesitaban levantarse de la mesa y sumarse a la pista, el triunfo se convirtió en alivio: Facundo Colidio, entre lujos que despertaron aplausos, asistió a un Pablo Solari on fire al que alcanzaron 27’ para firmar un doblete. Y si algo faltaba, en medio de la competencia para encontrar al reemplazante de Lucas Beltrán, fue una definición deluxe de Salomón Rondón tras pase de Nacho.
Esos gritos taparon otros, como un amague de “movete, River, movete” que rápidamente se apagó. Y el CARP terminó con una cara totalmente distinta a la que mostró en el comienzo. Por eso, también, cambió la de sus hinchas que pasaron de cierta preocupación al alivio: goles son humores….
El resumen de la victoria
River Plate – 28-8-2023