La producción ha bajado y no hay más talentos increíbles para resolver situaciones complejas dentro de un partido. Hay jóvenes valores y es posible, eso sí, armar una buena selección. Pero hay que reconocer que ya no somos la patria del fútbol capaz de formar dos, tres equipos. Para formar uno, el que venga tendrá mucho trabajo.
En medio de todo esto, se produce la búsqueda de un nuevo entrenador: si se confirma la contratación de Carlo Ancelotti para dirigir a la selección brasileña, dentro de un año estaremos presenciando el primer gran quiebre conceptual del fútbol cinco veces campeón del mundo.
La calidad del trabajo y el currículum de Ancelotti son indiscutibles. Uno de los más grandes entrenadores de la historia reciente del fútbol, ganador y autor de notables obras. El hecho de que sea italiano es una cuestión de nacionalidad y nada más. El fútbol de clubes ha superado en importancia económica y estética al fútbol de selecciones y hoy las escuelas están todas juntas y mezcladas en los grandes equipos mundiales, como el más grande: el Real Madrid.
Desesperación de la actual gestión de la CBF
La ruptura se da a partir de ese proceso y motivada por la desesperación de la actual dirección de la CBF por evitar que sea ella la que imprima una marca histórica negativa: si no gana la Copa 2026, Brasil completará seis mundiales sin título por primera vez desde la creación del torneo del que es el único que ha participado en todas las ediciones.
La ruptura se dará porque desde el ciclo que arrancó en 2007, cuando se acabó la constelación de estrellas a la que nos habíamos acostumbrado, nos metimos en cuartos y vivimos el 7-1 de 2014. Se intentaron todos los perfiles de entrenadores. Excampeones del mundo unidos en una comisión técnica (ya había sido así en el 98), excampeón con perfil de líder y nula experiencia en los banquillos y entrenadores de éxito en clubes del siglo XXI Tite, considerado por la mayoría de aficionados y analistas el más moderno y actual de los entrenadores brasileños, cerró este ciclo al frente de la selección durante seis años y dos mundiales consecutivos.
Hay una gran diferencia entre el fútbol que practican los brasileños en su tierra natal y en Europa. Son juegos diferentes. Aunque Brasil todavía produce talentos como Vini, Rodrygo, Endrick, Andrey, Vitor Roque, la realidad de la temporada baja es secundaria en la lista actual de estrellas mundiales. Ver la final de la Champions, ver el Mundial Sub-20 y la deslucida secuencia de Copas.
El mensaje de la CBF, de confirmarse, será claro: hemos renunciado a la escuela de fútbol brasileña, al juego bonito, a la estética que consagraba la camiseta amarilla. Si eso todavía le importa a la nueva generación de aficionados, hipnotizados por la magia de los grandes clubes mundiales y la Champions League.