No lo dejen solo a Borja :: Olé

La marca goleadora de Borja es soberbia. Pero es aún mejor puesta en contexto: el colombiano inventa goles en un equipo al que todavía parece faltarle un funcionamiento aceitado. Miguel genera así una obvia dependencia y un contraste que emerge por su propio peso. En todo caso tal vez tenga sentido que un jugador como él, lo que podríamos llamar un especialista que se rebusca la vida dentro del área, sea por lejos el punto individual más destacado en un River que colectivamente encuentra respuestas muy esporádicas en el último tiempo, que aún no logra consolidar un 11 base en nombres pero principalmente una idea madre, un estilo que garantice, justamente, una línea de juego a la que se adapte cualquiera que entre. Las características particulares de Borja, su especificidad, son las que hacen que incluso en esas condiciones el Colibrí se destaque tanto por sobre el resto. Ahora bien, MAB no sólo parece tener un diferencial de rendimiento sino también de mentalidad: el #9 busca los goles, los huele, tiene un instinto asesino para, como dijo el propio Demichelis en la conferencia de prensa posterior al 2-2 con Lanús, “recoger todo lo que queda por ahí” para convertir.

El inconveniente, claro, suele pasar por todo lo que ocurre detrás de un Borja que la mete jugando solo arriba, con un segunda punta que lo asista, con un doble nueve, con dos extremos a sus costados y hasta como centro de un ataque con cuatro delanteros, como terminó jugando River el domingo con Solari, Bareiro, Colidio y él. El propio entrenador fue elocuente al decir que “lo buscamos (al gol) de infinitas posibilidades”. Tal vez ése sea en sí mismo un problema más allá de la lógica voluntad de ganar y de encontrar la manera de hacerlo dentro de un mismo partido: las infinitas formas que adquiere River parecen conspirar, desde hace ya mucho más tiempo que el recomendable, con que el equipo encuentre al menos una y se aferre a ella. Por lo demás, una que de momento da resultados, siempre será tener a Borja en cancha.