Somos un equipo que va a buscar siempre y ellos tenían un invicto de goles recibidos como local muy grande. Acá está Augusto, que hizo su show. Lo felicito, defendieron muy bien…».
Augusto es Batalla y quien se refirió a él irónicamente, con una sonrisa en la cara, fue Nacho Fernández: así como lo elogió por su gran atajada a Palavecino y como capitán de un San Lorenzo que edificó un muro imposible de destruir adelante suyo, también pareció recriminarle un par de discusiones con Beltrán y Borja y algunas quejas que le había hecho al árbitro. Todo esto mientras ambos estaban a pocos metros en la zona donde se dialoga con la prensa en el campo de juego…
«Queda acá, cada uno hizo lo que correspondía», agregó Nacho, con una sensación de disconformidad por los actos del arquero. Sin embargo, todo se cerró con un abrazo afectuoso, recordando los tres años en los que fueron compañeros en River (del 2016 a fines del 2018).
Momentos que dejaron un poco de bronca al margen, dentro de la referencia del #10 de River al #1 de San Lorenzo también hubo un poco de desazón porque al equipo le costó generar situaciones de peligro para romper el cero: “Sabíamos que iba a ser trabado y que ellos defienden así. Tratamos de tener paciencia y de no apurarnos porque ellos se metían muy atrás. Intentamos ir por afuera para desequilibrar, pero no pudimos encontrar los espacios a pesar de que tuvimos nuestras chances. Fue un partido discutido”, analizó Fernández.
Él, justamente, estuvo incluido en esa falta de espacios que fue tan molesta: constantemente encerrado por varios jugadores del Ciclón, no pudo encontrar su lugar ni gravitar en el juego de River, más allá de que tuvo un remate que se fue muy cerca del segundo palo de Batalla en la única que recibió con libertad (un gran control le abrió el hueco).
Esa molestia también la trasladó al mal estado del campo: “No ayudó, estamos acostumbrados al Monumental que es más rápida y pareja, acá se complicó”, se quejó Nacho luego del encuentro.