Curioso y muy llamativo el caso de Iker Muniain. Porque, sinceramente, no es nada habitual que un español identificado con el Athletic Bilbao haya decidido experimentar al fútbol argentino a los 31 años. Y no porque sea un trotamundos, porque justamente es un histórico del club vasco, que pasó su carrera allá. Y tiene su pareja y e hijas en España, en su ciudad. Tan fuerte era la atracción por lo desconocido que, sin la chance de cumplir su sueño de jugar en River, hizo dos viajes a la Argentina en pocos días y ya es refuerzo de San Lorenzo.
Es una apuesta disruptiva y novedosa la de San Lorenzo, de incorporar a un europeo que llega sin ritmo porque no juega desde abril. Y es disruptiva la decisión de Iker, que llega a un equipo que no juega copas internacionales, que no tiene el anzuelo del Mundial de Clubes ni está en un gran momento.
Claro que es uno de los grandes, con una de esas hinchadas que a lo largo de la historia fue diferente y es un club con tradición e identificación. No será como el aterrizaje de De Rossi, que pudo vivenciar Boca, pero es de los pocos europeos que se suman a nuestra liga, y distinto de otros casos de extranjeros más desconocidos, como Takahara (Japón), Tchami (Camerún), Orode (Nigeria), Bennett (Honduras)…
Más allá de qué resulte, siempre son bienvenidos personajes como Muniain, que ya demostró ser un gran actor en el video de presentación. Fue dirigido por Bielsa, de quien dijo que “es el que más sabe de fútbol”; también tuvo a Berizzo. Más de 500 partidos en el Bilbao, cerca de 60 goles (el último, al Sevilla de Acuña). Un dato: en un compilado de LaLiga, la mayoría son dentro del área.
Un 10 (camiseta pesada, que viene generalmente con talento y personalidad), ganador de la Copa del Rey en abril, que vino por pasión, para descubrir en primera persona lo que es el fútbol argentino. Y que, sin ser una superestrella, pone a San Lorenzo en la vidriera mundial.