TCuanto más lejos de casa esté, más posibilidades tiene Álvaro Morata para España. Morata se beneficiará de alejarse de Sevilla cuando España juegue en Copenhaguey, con suerte, en San Petersburgo y Londres.
Jugará con la misma pasión pero con menos presión. Estará más liberado, sin sentirse como si estuviera en el ojo de una tormenta. Se sentirá valorado por el reducido número de españoles afortunados de ver jugar a la selección.
Nadie ignora que Morata carece de delicadeza delante de la portería. Eso, como número 9, es algo por lo que es castigado. Pero su dedicación, compromiso y ritmo de trabajo es indiscutible, ni tampoco sus movimientos fuera de la pelota de los que se benefician sus compañeros.
Álvaro elige el cava, lo compra, lo mete en la nevera, lo saca, lo prepara, pero cuando intenta abrirlo se rompe el corcho y no sale bien. Es injusto, y desde hace algún tiempo lo ha intentado, se ha comprometido y se ha sacrificado por el resultado, pero sin ningún resultado real. Su insistencia no debe ser castigada.
Pero brindaremos. Como dice su último eslogan: «volver a intentarlo es mejor que intentarlo, significa que nunca te rindes».