Desde que debutó como entrenador que Martín Demichelis repite casi como un mantra que en el fútbol “se gana, se empata y se aprende”. Pues bien: River deberá aplicar cuanto antes esa lógica para dejar de perder puntos por errores no forzados que le compliquen la clasificación a la segunda ronda de la Copa de la Liga. Y que también conspire contra sus aspiraciones internacionales.
No es casual que River actualmente acumule cuatro empates consecutivos: existen denominadores comunes que explican tanto los magros cuatro puntos de 12 como así también las cinco igualdades que se anotó en el torneo. La seguidilla inició ante Atlético Tucumán, la noche del penal-gate protagonizada por Esequiel Barco, aunque continuó en el Monumental, donde apenas ganó una vez en 2024. Lo que contrasta con las 20 victorias seguidas de 2023.
Demichelis admitió el sábado -y con razón- que “defendimos mal un pelotazo y una jugada que parecía que se iba al lateral” aunque luego acompañó la descripción con un argumento simplificador: “Es parte del fútbol”. Lo es, en efecto. No obstante, íntimamente el técnico sabe que River no puede volver a cometerlos. Mucho menos ante rivales como Talleres, descrito por el DT como “un partido de Libertadores de visitante”.
Por caso lo preocupante es la sensación de que River juega ofensivamente a otro ritmo y nivel que el resto, pero con la tranquera entreabierta. Una cosa es asumir riesgos -jugar con la defensa adelantada, proyectar a los laterales, reclamarle a tu 5 que olfatee pérdidas ajenas para anticipar- y otra es ensanchar demasiado las brechas entre líneas. Lo que deriva, en algunos casos, en errores crónicos en el retroceso.
En el 2-2 de Talleres, una desatención defensiva se pagó carísimo
Sin ir más lejos, en el Kempes llegó a quedar mal parado con pelotazos nacidos de un saque largo de Guido Herrera. Ahora bien: River no sólo pierde por no efectuar bien las transiciones defensivas. Por caso, ante Talleres exhibió una falta de tensión en la jugada del 2-2, cuando Paulo Díaz pronosticó que una pelota se iría al lateral a diferencia de Federico Girotti, quien fue a buscarla, ganó la posesión y generó un ataque.
Si Demichelis se debe ocupar de esta clase de problemáticas es porque se repiten con desenlaces desafortunados. Contra Argentinos, por ejemplo, la falta de firmeza al momento de evitar un avance de Sebastián Prieto -sorteó a dos jugadores locales- terminó con un pase a Gastón Verón previo al golazo de Santiago Montiel.
Esos errores no forzados vienen siendo repetitivos…
Asimismo, también se producen descoordinaciones que en partidos ABC1 se pagan aún más caro. Traslados o pases fallados desde el fondo como los que se vieron en algunos pasajes en Córdoba ocurrieron también ante Riestra en el Bajo Flores (Enzo Díaz falló en un despeje y Goitía remató elevado) y contra Banfield, cuando Nacho Fernández no completó un rechazo en el mediocampo, posiblemente entorpecido por quien había iniciado una salida -Leandro González Pirez- y la acción terminó en el 0-1 parcial.
River tiene que solidificarse. Aumentar su atención también en los mano a mano: la facilidad con la que Ramón Sosa superó a Sebastián Boselli se asemejó a la libertad que le garantizó Agustín Sant’Anna a Lautaro Blanco en el desborde que llevó al empate de Cristian Medina en el superclásico. Otro partido clase A, de los más parecidos a los que tendrá en la CL.
Ahí, donde Demichelis apunta a dar un salto de calidad superando la vara (baja) de la edición 2023, el margen de error será todavía más bajo. Y si se combina con las dificultades contemporáneas de River para sumar fuera del AMBA: con el actual cuerpo técnico apenas ganó dos partidos de 14 en esa condición, siendo la excepción las victorias del año pasado frente a Central Córdoba en Santiago del Estero y Newell’s en Rosario. Pero que deberá resolver para cortar los puntos suspensivos…