A ningún hincha se le pasó por alto esa sonrisita de disfrute que, editada en medio de los intensos ejercicios de pretemporada en un video que difundió el club, pareció ponerlo en el lugar del goce. Pero lo que realmente gozará el Muñeco Gallardo, si lo logra, es que jugadores que tienen un nivel subterráneo vuelvan a ser lo que eran.
“Los voy a ayudar”, planteó como una máxima. “A los jugadores que quieran recuperarse, los voy a ayudar”, enfatizó. Si ellos quieren, él los impulsará. Y no solo a Manu Lanzini: también a otros como Nacho Fernández, Pablo Solari, Milton Casco o Rodrigo Villagra, quienes necesitan reconocerse cuanto antes en el espejo.
Porque para ganar la Libertadores e intentar enderezar el rumbo en un torneo que tiene a River a nueve puntos de Vélez, Napoleón va a necesitar de todos. De los titulares, de los que ocasionalmente pueden serlo y de los que en 15 minutos o media hora tendrán que mostrarse como revulsivos, de esos a los que el equipo hace tiempo extraña.
Ahora que hizo el diagnóstico personalizado del grupo, construyó el plantel y edificó el equipo, al Muñeco no solo le queda el desafío de barnizar a la versión 2024 con el vuelo futbolístico que le falta sino también de lograr que futbolistas que mantienen el envase pero no el contenido se vuelvan a nutrir de sus cualidades.
Hombres de gran jerarquía y experiencia que le pueden brindar un salto de calidad al equipo si logran acercarse a sus mejores versiones, desde un Lanzini que desde su regreso no mostró ni por asomo todo lo que puede dar hasta un Nacho Fernández que más allá de algunos buenos ratos de fútbol todavía no es el Cerebro de los mejores años, pasando por un Milton Casco que con 36 años lógicamente ya no tiene el despliegue de los mejores tiempos.
Y también un Pablo Solari que hace mucho no tiene la influencia en ataque que el propio Muñeco le imaginó cuando decidió traerlo desde Colo Colo o un Rodrigo Villagra que nunca respondió a la enorme expectativa que generó su millonario pase. Todos precisan dar un abrupto e inmediato vuelco en sus rendimientos.
A corto plazo, la meta del deté es potenciar la prestación física de este grupo, que los jugadores ganen resistencia, potencia y velocidad para que -a partir de esa base- sumen confianza para explotar en la cancha sus calidades. Por eso, el trabajo de los primeros días de la mini pretemporada en Pilar se enfocó en exigentes ejercicios físicos.
A recuperar Muñequitos…
Allí Gallardo también aprovechó para charlar individualmente con cada uno. Porque el deté necesita que Lanzini deje de ser una alternativa de emergencia para asumir un rol más preponderante; que Nacho encuentre su lugar para aportar su lucidez alejado del roce de tres cuartos de cancha como lo hizo alguna vez como socio de Ponzio en el ciclo anterior; que Casco sea una alternativa de recambio garantizada en ambos laterales; que Solari recupere su desequilibrio natural en lugar de chocar contra los defensores rivales y que Villagra se convierta en una opción como ladero eventual de Kranevitter.
Gallardo cree, claro. Y siente que tiene con qué.