Si al fútbol se gana con goles, se entiende que a River le esté costando hacerlo a nivel doméstico. Las dificultades que el ahora equipo de Gallardo viene teniendo para sumar de a tres tienen su correlato en el área de enfrente. A punto tal que en los cuatro partidos de esta nueva era ha podido marcar únicamente dos goles (a Huracán y Gimnasia) y con un desplome en las métricas que se relacionan con la efectividad en los remates al arco.
La falta de precisión de River en números
Aunque el 32% de los tiros de River en el campeonato fueron al arco, ese registro está compuesto por dos intervalos sensiblemente distintos. Mientras que hasta el receso por la Copa América el 40% de los remates tenía destino en los tres palos (34 de 83; metió nueve goles) ese promedio se redujo a casi la mitad después de la reanudación del campeonato (20,6%) y con Gallardo la tendencia hasta aquí no mejoró (19%). Una señal de falta de precisión al momento de la definición que el Muñeco intentará revertir para lo que se viene. No sólo a nivel macro (con la Libertadores como zanahoria) sino también en el plano local, donde necesita achicar distancias en la General pensando en las competencias internacionales 2025.
Patear más y mejor es, acaso, una necesidad. De hecho, hubo dos partidos en la nueva era del Muñeco en los que el equipo sólo pateó una vez francamente al arco. Y en escenarios completamente diferentes: mientras que en el 1-1 ante GELP el deté paró una alineación alternativa, lo que podría haber influido en el funcionamiento; ante Independiente incluso con titulares en cancha no logró lastimar a su rival, que jugó con un jugador menos durante 79 minutos.
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Está claro que la modificación de la matriz también tiene su impacto dentro del funcionamiento: el plantel pasó de una concepción del fútbol (la de Demichelis) en la que el mediocampo era una zona de paso para asistir a los delanteros, mientras que el Muñeco ha intentado darle un balance y todavía no logró compensarlo con filo en el último tercio.
Aunque tuvo una ventaja, Gallardo: el tiempo que ganó con la clasificación a cuartos y que logró aprovechar en las dos últimas semanas de descanso por el parate de las Eliminatorias. Primero en Pilar y luego en el Camp vio una mejoría en el rendimiento físico y también en la contracción táctica ante la intensidad en distintos aspectos. Que hacen, por supuesto, a lo ofensivo (la presión post pérdida que “vale un gol”, como le gritó a Simón, felicitándolo por un acierto en un quite cerca de la zona de gatillo).
Todo ese plafón de prácticas y de ensayos le da la chance de cambiar la imagen. Para que el gol esté, así, un poco más cerca.
Prensa River