El checo Tomas Soucek y Ariel Ortega tienen algo en común además de la pasión por la gambeta: ambos coincidieron en los últimos días en que Manu Lanzini es una “estrella”, un “jugadorazo”. Un par de mimos verbales que nutren la previa del arranque de semestre de un futbolista que tiene como objetivo transformarse en este semestre en el “sexto refuerzo” de River y darle esas “cosas hermosas” que hace poco el Burrito le auguró.
Por lo pronto, Lanzini se mostró como una alternativa productiva durante los amistosos y eso lo perfila como titular en el reinicio del campeonato frente a Lanús. Durante los partidos preparatorios no sólo generó situaciones a partir de su intensidad en el hombre contra hombre -ante OIimpia estuvo cerca de convertir- sino que también mostró intensidad en su juego, tanto en la presión como en la resolución, una aptitud que está alineada con lo que Demichelis pretende para los volantes.
Tal es así que Manu es imaginado como un buen socio de Franco Mastantuono, quien se encamina a ser el revulsivo que releve al Diablito Echeverri, afectado a la Selección Olímpica que comanda Mascherano.
La buena imagen que dejó en el Monumental, sin embargo, deberá refrendarla en cancha. Aunque el#10 ya está preparado para eso: si Lanzini se decidió a bajar sus pretensiones económicas y aceptó cambiar las condiciones de su contrato para extenderlo -a priori- hasta diciembre es porque se siente en deuda.
Porque sabe que todavía no consiguió avalar con fútbol las expectativas que había generado su retorno a mediados del año pasado. Y que las lesiones sufridas en el arranque de este año -especialmente la segunda, una fractura en el primer metatarsiano del pie derecho- le frenaron el sprint con el que había iniciado su año.
El panorama favorece a Lanzini…
Con el Diablito ausente quizás hasta la primera semana de agosto (dependerá de cuánto avance la Argentina en París 2024), ya sin Esequiel Barco como opción para nutrir el medio y hasta tanto no se resuelva si Iker Muniain cumple su deseo de venir a River, el creativo contará con más chances que nunca para mostrarse, en plena pulseada con Nacho Fernández -con quien comparte estilo- aunque también con la facilidad que ofrece su currículum de poder ser un productivo doble 5, rol que ya cumplió en West Ham.
Y es que en su cabeza ya se imagina rompiéndola como en el vuelo que lo trajo desde Europa hace un año. Para hacer efectivo lo que sueña: ser el refuerzo de un River campeón.