Investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han prendido la alarma ante la posibilidad de que en el oeste del país un “enjambre sísmico”, un conjunto de temblores pequeños, algunos imperceptibles para el ser humano, puedan hacer nacer un volcán.
La advertencia se lanza después de que se registraran más de 4 102 sismos desde enero de 2020 hasta la fecha en el estado de Michoacán, una región destacada por su actividad volcánica.
En una conferencia virtual, el investigador del Instituto de Geofísica (IGf) y actual director del Centro de Estudios Mexicanos (CEM) UNAM-Costa Rica, Carlos Valdés González, aseguró este martes que es “fundamental vigilar y monitorear estos enjambres sísmicos”, pues son “uno de los precursores del nacimiento de un nuevo volcán”.
Además de que, añadió, “pueden representar riesgos para la población local si se presentan acompañados de otros factores”.
Aunque para que “ocurra una erupción volcánica o el surgimiento de un coloso, se requiere actividad sísmica, deformación del terreno, emisión de gases, manifestaciones hidrotérmicas y alteraciones visibles”.
México es un país volcánicamente activo, especialmente en esa región, donde existen más de 1 200 volcanes pequeños, en el llamado campo de volcanes de Michoacán-Guanajuato, y de hecho, en esa zona surgió en 1943 el coloso Paricutín, precedido por una serie de sismos.
En su reporte, el académico refirió que del 1 de mayo al 8 de junio se registraron 242 microsismos en Michoacán, seis de ellos con magnitudes mayores a cuatro; mientras que de enero a junio sumaron 305; además, expuso que en enero de 2020 también hubo enjambres sísmicos, por lo que a la fecha el total es de 4 102 sismos.
Por su parte, Denis Xavier Francois Legrand, también investigador del IGf, precisó que aunque la ocurrencia del enjambre sísmico “es una condición importante, no es la única para el surgimiento de un nuevo volcán”, por ello es importante la vigilancia científica constante de este fenómeno, que no se sabe cuánto tiempo puede durar.
“Suponemos que estos enjambres están asociados al movimiento de magma, pero no siempre llegan a la superficie. Estos enjambres aparecieron en 1997, 1999 y 2006, y no llegó el magma a la superficie. Tal vez pasa lo mismo ahora, por lo que es muy importante seguir vigilándolos”, expuso.
En tanto, Luis Antonio Domínguez Ramírez, profesor de la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) Morelia, capital de la entidad (región), recomendó a los habitantes cercanos a la zona de movimientos sísmicos estén atentos de emanaciones de gases que también acompañan al surgimiento de actividad volcánica.