Marcelo Gallardo no es un Da Vinci futbolero como lo describió para Olé el artista -gallina- Gaspar Libedinsky: el tipo es Dalí. Y no por su cualidad de Salvador. Como en La Persistencia de la Memoria, célebre óleo del artista catalán, el deté de River ablanda los relojes con un par de victorias internacionales. Pudo hacer elástico el tiempo.
“Ante la urgencia, sacamos la serie adelante”, describió el escenario MG después del triunfo clasificatorio frente aTalleres. Un mata-mata ganado que le permitirá de ahora en más contar con 26 días hasta el siguiente desafío por Copa Libertadores (Colo Colo, en Santiago), con casi cuatro largas semanas capitalizables a partir del trabajo. Y tres partidos intermedios -Newell’s, Independiente y AtléticoTucumán- para ir midiendo el progreso.
River debe seguir construyéndose como equipo. Gallardo lo entiende. La vorágine que provocó su regreso distorsionó un poco la percepción del hincha, pero no la suya: él sabe que su nuevo ciclo recién cumplió sus primeros 18 días. Y que alcanzar el ideal morfológico requerirá de varias semanas más de preparación. Aunque tiene algo a su favor: la celeridad con la que detectó las necesidades del plantel -y con la que le corrigió algunas de sus debilidades- en sus caóticos primeros días le permite dar pasos hacia adelante.
El Muñeco identificó que a River le faltaban líderes con temperamento pero también con pedigrí internacional, y actuó en consecuencia. Fichó a cuatro futbolistas -Germán Pezzella, Fabricio Bustos, Marcos Acuña y Maxi Meza- que entre sí suman 115 partidos con la Selección y que jugaron -y rindieron- prácticamente sin haber llegado a arrancarle la etiqueta de compra a la camiseta. Todas decisiones oportunamente tomadas para consolidar el armado de un equipo respetando el orden del manual futbolero. Es decir, de atrás hacia adelante.
Las señas particulares del nuevo River que Gallardo está (y deberá seguir) empollando empezaron a verse en la Libertadores. No sólo por la facilidad con la que se integraron los nuevos (la solvencia de los dos defensores; la asistencia y el despliegue de Meza): también por cómo regeneró la confianza de Santiago Simón y Matías Kranevitter, determinantes en la CL -participaron en los dos goles del triunfo en Núñez- y hasta hace poco destinados a funciones de reparto.
River Plate –
Gallardo habló sobre la atmósfera que se vivió en el Monumental frente a Talleres
Los cuartos de final de la Libertadores hallarán a un River mucho más copero, hábil para entender sus limitaciones. Un equipo mucho más compacto, que parece tener definidos entre un 80% y un 90% de los integrantes base luego de obtener la clasificación. Que demostró, además, contar con el foco y la concentración ajustadas, con destreza para el juego pero también con el garrote necesario. Inteligente para conjugar la mente con el músculo y apelar al foul táctico para reagruparse y no ofrecerse gentil al contragolpe adversario, una de las falencias del ya extinto ciclo Demichelis.
Ahora bien: los entrenamientos que queden hasta el 17 de septiembre (fecha probable de la ida en Santiago) deberán completar no sólo la configuración de nombres y posiciones sino el proceso de asimilación de la idea para que River ya no sea un prototipo aspiracional sino un equipo con matriz homogénea .Al que deberá acomplarse el hasta aquí último refuerzo -Acuña- para terminar de darle forma a una defensa 75% nueva (Paulo Díaz es el único sobreviviente del fondo ideal de Demichelis).
Un River que también tendrá que ir incrementando su fluidez y precisión en los pases para sorprender desde la circulación. Naturalizando jugadas como las que derivaron en el gol de Claudio Echeverri frente a Huracán (las asociaciones de Mastantuono, Aliendro y Bareiro terminaron en el 1-0 del Diablito) o en el de Simón contra los cordobeses, con asistencia delicatessen de Meza, incorporado rápidamente al circuito. Todo complementado por una mayor dosis de constancia en la presión ofensiva -acompañada de un trabajo físico para acondicionar los músculos al rigor gallardista.
Maximiliano Meza –
El divertido diálogo entre Gallardo y Maxi Meza en plena conferencia
Pero mientras administra los talentos de primera necesidad, Gallardo a la vez tendrá que terminar de moldear y peinar al plantel. Continuar con la reducción de la nómina, que bajó su cantidad de profesionales a 33 con la rescisión del préstamo de Franco Carboni y el regreso de Felipe Peña Biafore a Lanús. Y que podría seguir acotándose si se logra hallarle destino a Federico Gattoni y Nicolás Fonseca, si logra vender a Enzo Díaz y/o Pablo Solari y si a los juveniles Ian Subiabre, Daniel Zabala y Agustín Ruberto se los baja a Reserva o se los cede para que completen su fase de crecimiento en otro club.
Lo que quede por delante dependerá de cómo el Muñeco administre ese factor tan valioso -y escaso en la previa del primer desafío: el tiempo. Ese intangible que River elastizó con el triunfo -y los modos exhibidos- ante Talleres y que ahora deberá aprovechar como si se tratara de un refuerzo más. Para seguir creciendo y ratificar que después del zarandeo ahora tiene viento en Copa.