Foo Fighters es una banda de rock que se distingue por su intensidad, equilibrio, potencia, afinación y contundencia. Precisamente, las características que pretende Demichelis en el 11 de River que jugará el,partido decisivo de este miércoles (a las 21.30) ante Fluminense para seguir con chances de pasar a los octavos de la Libertadores. El entrenador sabe que la Banda debe brindar su mejor show en la Copa y con el mínimo de riesgo de cortar cuerdas.
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Con la obligación de ganar para no sufrir el golpazo de la eliminación, Demichelis está evaluando si es conveniente mantener el esquema 4-2-3-1 con Solari como extremo derecho, si apuesta por reforzar el eje central con Palavecino cerquita de la dupla Aliendro-De la Cruz con un 4-3-2-1 o si suma potencia ofensiva con un segundo delantero como socio de Beltrán: puede ser Solari, como sucedió el sábado en los 25’ contra Defensa, o el colombiano Borja, por su potencial en el juego aéreo.
Resulta lógico que el entrenador de River se enfoque en sector ofensivo de la formación. Es lo que exige la situación, ya que el equipo debe asumir el protagonismo y la responsabilidad de salir a buscar el triunfo con todas sus armas desde el inicio. Aunque en este punto radica el mayor riesgo: que la intensidad (impulsada además por el fervor de los hinchas desde las tribunas del Monumental) se convierta en ansiedad, desesperación y desequilibrio.
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Sí, el talón de Aquiles de River en la Copa, la peor versión del ciclo Demichelis, exageradamente opuesta a la del puntero de la Liga Profesional que logró ocho triunfos consecutivos con la valla invicta y apenas recibió 11 goles en 18 fechas (es el menos goleado después de San Lorenzo, con siete). Porque en la Libertadores le convirtieron en todos los partidos y es el equipo del torneo con el arco más vencido: le metieron 11, la misma cantidad que en la LPF pero en sólo cuatro juegos…
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Esta radiografía, aparte, se complementa con que ningún otro rival desnudó las falencias de River como el Fluminense. Micho ya pagó un elevado costo en el 1-5 en Río por su ambición competitiva y la identidad agresiva que pretende como deté y es consciente de que en Núñez no puede cometer el mismo pecado. Sería imperdonable. De hecho, el Flu demostró que no tiene piedad y suele fallar muy poco si cuenta con espacios para explotar su jerarquía para definir.
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River necesita ganar, obvio, pero para lograr el objetivo precisa básicamente una mentalidad fuerte. Para jugar con aplomo, serenidad, claridad técnica y conceptual y contundencia frente al arco. Sobre todo, moverse con intensidad ordenada para evitar un desbalance colectivo que eclipse a los encargados de conducir el equipo: Aliendro, DLC y Nacho Fernández. Por ese sector pasa la clave del partido para el cuerpo técnico. Mucho más, con la ausencia de Enzo Pérez, suspendido.
Demichelis piensa en Palavecino como refuerzo de despliegue, dinámica, distribución de juego y buena pegada. O en la opción similar, por cualidades físicas, de Solari, con capacidad para cubrir el carril derecho en el retroceso y de lastimar al Flu como wing o sorprender con punzantes e imprevisibles diagonales. En cambio, la variante de Borja apuntaría a sumar presencia, jerarquía y juego aéreo, en un escenario posiblemente propenso a la búsqueda del gol por medio de centros, segundas jugadas o pelotas paradas, facetas del juego siempre incómodas para los equipos brasileños.
River afronta el desafío de conseguir el primer tiempo que haga ruido en la Copa para poder seguir tocando. Con un equipo de luchadores que mantengan un ritmo furioso y ordenado los 90’. Que sea Flu Fighters.