A mediados de diciembre del 2023, Pablo Sabbag causó revuelo entre los hinchas de Alianza Lima al dar a conocer su predisposición de ser convocado para la selección de Siria. El delantero colombiano, de abuelo sirio y practicante de la cultura árabe, fue considerado por el estratega argentino Héctor Cúper para la conformación del equipo que llevaría a disputar en la Copa Asiática 2023 (que tuvo que ser aplazado para jugarse a inicios del 2024). Así como el ‘Jeque’, otros tres jugadores argentinos (también con herencia siria) fueron nacionalizados y convocados para disputar el certamen continental, donde han logrado una histórica clasificación a octavos de final, al vencer por 1-0 a India. ¿Qué hay detrás de este pase y cuál ha sido el impacto de este resultado deportivo?
Para resolver estas dudas, primero es necesario contextualizar lo que viene pasando en este país. Siria es una de las naciones árabes que está sumida en un conflicto civil desde el 2011, con millones de refugiados por el mundo, a raíz del estallido de protestas contra el régimen de Bashar al-Ásad (presidente vitalicio desde 2000), ante las represiones y falta de derechos ciudadanos. A la fecha, se calcula que más de 3.6 millones de sirios son refugiados solo en el país de Turquía, lo que ha llevado también a ese país a tomar medidas para controlar esta crisis.
Si bien el conflicto es mucho más denso, es preciso traerlo a colación, pues ha generado una división muy fuerte en la población de Siria, desencadenando una guerra civil del cual intentan salir hasta la fecha. Pese a ello y a las fuertes secuelas que dejó el terremoto que sacudió el país a inicios del 2023, se ha dado paso a un momento de alegría y hasta de ‘unión’ con la hazaña hecha por la selección siria en la Copa Asiática, tal y como lo expresaron el traductor del entrenador argentino y el periodista del medio Bein Sports, quienes se unieron en un abrazo entre lágrimas que dio la vuelta al mundo.
El fútbol en tiempos bélicos
El balompié ha sido protagonista en situaciones de conflictos armados, ya sea para una breve pausa o con un fin político. Es conocida la historia de la ‘Tregua de Navidad’, donde soldados alemanes y británicos dejaron a un lado sus municiones para jugar un partido de fútbol, en medio de las trincheras, durante la Navidad de 1914. También se supo cómo el régimen militar de Argentina, para el Mundial que se disputó en su territorio en 1978, empleó este torneo y el haberlo ganado para continuar con su propaganda nacionalista y enquistarse más en el poder.
Estos relatos ya son conocidos y son empleados como ejemplos para que, en el peor de los casos, no se llegue a manchar la pelota. Sin embargo, las guerras han continuado hasta la fecha. En el caso de Siria, el país -que aún sigue sumido bajo un régimen autoritario- tuvo que parar su campeonato en el 2011, luego de las confrontaciones civiles y militares que dejaron decenas de muertos (de acuerdo con la cadena alemana DW, se estima que más de 600 mil personas han muerto hasta el 2023 por el conflicto interno). Tras ese año, el campeonato se reanudó, no en todas las ciudades. Una de las que fue más afectada al inicio de la guerra civil fue Aleppo, que tuvo que esperar a ver rodar el balón en esta provincia hasta la temporada 2016-2017. Hoy en día, su club más representativo, Al-Ittihad, salió subcampeón de la campaña 2022-23, mientras que el campeón fue Al-Fotuwa de la ciudad de Deir ez-Zor.
Damasco es la única ciudad que se ha recuperado en gran medida de las secuelas de la guerra, por lo que sus equipos han mantenido cierta hegemonía al momento de ganar títulos (solo el Al-Jaish posee 17 títulos de la liga siria, aunque el último lo ganó en la temporada 2018-19). Los clubes ubicados en las ciudades afectadas por las invasiones terroristas y bombardeos militares, como Homs (ciudad que alberga al club Al-Wathba, subcampeona de la temporada 2021-22, mientras que el campeón fue Tishreen SC de la ciudad de Latakia) mantienen todavía secuelas visibles, con gran parte de su infraestructura urbana destrozada.
De vuelta a la actualidad
Tras su primera clasificación a octavos de final en la Copa Asiática, luego de quedar como mejor tercero en la ronda de grupos con cuatro puntos (le ganó a India, empató con Uzbekistán y cayó frente a Australia en el Grupo B), queda hacer la siguiente pregunta: ¿Cómo se llegó a este punto y por qué causa tanta emoción este suceso? Siria no había logrado sumar una hazaña deportiva en el fútbol desde 1980, cuando clasificó a los Juegos Olímpicos que se desarrollaron en la ciudad de Moscú (aunque fue eliminado en fase de grupos). Luego de ello, lo más cercano que se tuvo fue la pelea ante Australia, por el pase al repechaje del Mundial de Rusia 2018, pero se cayó en el duelo de vuelta en Sídney por un total de 3-2.
Esta escasez de alegrías futbolísticas, sumado a una crisis deportiva (acrecentada por el conflicto interno), llevaron a las autoridades del fútbol sirio a buscar nuevas alternativas en la dirección técnica, llegando a inicios del 2023 a las puertas de Héctor Cúper. Con sus años de experiencia dirigiendo en Mallorca (1997 al 1999 y 2004 al 2006), Valencia (1999 al 2001), Inter de Milán (2001 al 2004), las selecciones de Giorgia, Egipto, Uzbekistán, entre otros, solo era cuestión de tiempo para comenzar a darle una identidad de juego al seleccionado árabe.
Para ello, estudió los talentos nativos del lugar, llamando así a jugadores que ya tenían experiencia con la selección y que ayudaran a integrar a los nuevos elementos para este torneo. Por ejemplo, fue convocado Omar Khribin, goleador de la Liga de Emiratos Árabes Unidos y quien marcó el tanto del triunfo ante los indios, así como Alaa Al-Dali, destacado futbolista del Naft Missan en la Liga de Irak. A ellos se sumaron tres jugadores argentinos (Ibrahim Hesar, Ezequiel Ham y Jalil Elías) que adquirieron su nacionalidad siria, por contar con herencia árabe, al igual que el colombiano Pablo Sabbag.
¿Cómo integrar estas culturas en un mismo estilo de juego? Para lograr esto, Cúper aplicó su filosofía de trabajo. “El buen fútbol es una estrategia y una táctica que un entrenador tiene en su mente, pero que no siempre es posible hacer correctamente sobre el campo. No es una cuestión sólo de técnica o de actitud ofensiva”, dijo alguna vez el DT argentino a un canal italiano, durante su paso por Inter. En ese sentido, la clave fue amalgamar las habilidades de sus jugadores y lograr un equilibrio tanto en la defensa como en la generación de peligro en campo rival.
El sello de Cúper
Aunque muchos lo califican como un técnico de estilo más defensivo que ofensivo, lo cierto es que Héctor Cúper apuesta por un juego compacto, con versatilidad en el medio del campo, pero siempre pensando en defender el marcador a favor. Incluso, en una vez afirmó que “también defender un gol de ventaja hasta el minuto 90 y obtener el triunfo es un jugar bien”. Con esta respuesta, es casi automático pensar en los esquemas de juego que emplea al jugar.
En los 13 partidos que ha dirigido con Siria, siete tuvieron un esquema 4-4-2, siendo el duelo más exitoso con este sistema el que sostuvo ante Tailandia, al cual ganó por 3-1 en un amistoso jugado en marzo del 2023. Dicho modo de juego también lo empleó en la Copa Asiática, aunque el único partido que terminó ganando en esta instancia fue ante India (a falta de conocer cómo parará ante Irán este miércoles). Otros sistemas que ha probado ha sido el 4-1-4-1 aunque sin mucho éxito ante Japón (cayó por 5-0); otro fue el 4-2-3-1 que le resultó ante Corea del Norte, ganando por la mínima en las Eliminatorias de Asia.
En Conmebol fue catalogado como un técnico de ‘la vieja escuela’, por contar con un “juego en ocasiones poco vistoso, pero con orden defensivo y una gran combatividad”, demostrando autoridad, pero también comprensión y un trato caballeroso con sus jugadores. Por esta razón, no es de sorprender que sus dirigidos muestren un profundo respeto hacia su persona y su liderazgo, el mismo que ahora lleva a Siria por primera vez a los octavos de final de la Copa Asiática (el partido arrancará desde las 11:00 a.m., hora peruana). Queda esperar si ante Irán podrán seguir con el sueño futbolístico, ese que -por ahora- mantiene al pueblo sirio unido y, de paso, hace olvidar un poco los estragos de un presente un tanto desalentador en el país.
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