Racing no juega pero el Cilindro transmite efervescencia. Hay clima de partido. De final. Suenan las trompetas. Los bombos, Los platillos. Hay griterío. Familias enteras hay. El Cilindro explota. Sus tribunas están encendidas, con almas que hasta parecen preparadas para gritar algún gol que no llegará. Los hinchas alientan, los jugadores escuchan, contemplan, quedan impactados ante lo que ven desde la mitad de la cancha. Se produce un abrazo simbólico entre las partes. Es un banderazo histórico que llevan adelante los socios y no socios que accedieron al estadio de manera gratuita para apoyar a sus futbolistas y al DT. A un día de visitar a Independiente, la Academia acapara toda la atención desde su corazón. Le pone luz a una noche sin precedente.
La bandera que supo ser la más grande del mundo se despliega y tapa medio estadio. Los trapos aparecen por todos lados, la mayoría son los mismos que se ven a menudo en los encuentros. «Esto es una locura hermosa», suelta Agustín Urzi, un fana de Racing como lo son Bruno Zuculini y Agustín Almendra. Los futbolistas se juntan para dos fotos grupales, una de ellas detrás de una bandera con la leyenda «Y Tita siempre está». ¿Pero dónde está Costas? En una esquina, a metros del túnel, junto a su cuerpo técnico y auxiliares, observando todo con el máximo placer.
¡Se filtró un fantasma!
«Llegó la banda de la Acadéeeee», retumba. Y se escucha más fuerte el «Independiente vos sos un botón, vos sos la amargura». Un hincha disfrazado de fantasma de la B invade la cancha y un par de miembros del personal de seguridad privada del club procuran frenarlo, pero tiran la toalla rápidamente. Como si entendieran que es un elemento más de la fiesta. Porque es eso, un festival. Esa cancha en la que los jugadores hasta hace un rato se entrenaban, ahora es el lugar desde donde disfrutan del espectáculo. Esta vez los espectadores son ellos. Y los fanas, los principales protagonistas.
Racing – 23-2-2024
El fantasma de la B en el banderazo
Aquella otra convocatoria sin partido, también muy especial
Seguramente Costas habrá recordado aquel 7 de marzo de 1999, cuando cumplía su primer ciclo al frente del equipo y el Cilindro albergaba una multitud pese a que no se disputaría partido. En el peor momento de la vida del club, el entrenador y algunos jugadores salían al campo para sumarse al pedido angustiante de los hinchas que se habían autoconvocado para pedir que el club no cerrara. Parecido y distinto a la vez fue esta cita. De la pesadumbre de aquel Costas a este que apenas lo preocupan los mosquitos que intenta espantar con sus manos, mientras se suma al grupo de jugadores y camina con el corazón lleno de amor.
“Nací en Avellaneda. Era una etapa difícil. A Racing le iba mal y ellos ganaban Copas. Había que tener huevos en esa época para ser de Racing, eh”, dijo el técnico en un mano a mano que le dio a Olé hace unas semanas. No se lo va a olvidar nunca más a este banderazo Costas, un fana de Racing al que seguramente le dieron ganas en un momento de estar en esas mismas tribunas. Pero no puede partirse en dos.
Racing – 23-2-2024
Gustavo Costas en el Banderazo
Los banderazos antes de este clásico venían siendo habituales en la puerta de la concentración del plantel. Como una marea, los fanas copaban la calle, lanzaban piroténcia, cantaban. Y desde arriba, en los balcones de las habitaciones, los futbolistas observaban las imágenes mientras sus teléfonos celulares las grababan para luego ser subidas a redes sociales. Nunca antes se había puesto el Cilindro a disposición para este tipo de manifestación, que no hace más que reforzar el vínculo entre los hinchas y los jugadores. Cargado de esa energía, el equipo espera que llegue el momento de la otra verdad: el inicio del derbi de ciudad, a las 17 de este sábado.