Lejos de ser una excepción a la regla, el hecho de que Nicolás Fonseca siga el camino de su papá y se ponga la camiseta de River no hace otra cosa que ampliar una lista que hasta ahora tenía nueve casos en casi 123 años de historia. Con dos décadas de diferencia, el único refuerzo con el que contará Martín Demichelis en el inicio de la pretemporada toma un legado que, en otros momentos, ya había sucedido con ídolos de la talla de los Labruna, los Alonso, los Díaz y los Gallardo, entre otros…
En tal caso, el objetivo de Nico en el paso más importante de su carrera será cortar con una racha que se viene generalizando: por la magnitud de muchos apellidos, los hijos no solieron tener actuaciones tan recordadas y varios hasta terminaron jugando un puñado de minutos. Para él probablemente sea bastante más sencillo (Daniel solo disputó dos partidos oficiales, luego de una aparición rutilante en un Súper de verano y una pelea con Ramón Díaz), cosa que no fue para varios de sus predecesores…
Todos los casos
Por ejemplo, Omar Labruna. ¿Cómo hacer para superar lo hecho por el gran Ángel, uno de los máximos ídolos de la historia del club, motor de La Máquina, autor de 293 goles, ganador de 16 títulos como jugador y otros seis como DT? Era prácticamente imposible para este volante surgido de las Inferiores, que disputó 44 encuentros entre 1976 y 1981 en River (luego tuvo un exitoso paso como ayudante de campo de Ramón Díaz en sus dos primeros ciclos). De todos modos, entre los recuerdos más valiosos le queda que fue su papá quien lo hizo debutar en Primera.
La cosa fue peor para el Betito Alonso: lejos de los brillos y las gambetas deslumbrantes de su viejo (además de grandes títulos, como la Libertadores 86 y la Intercontinental, claro), debutó en Primera en la última fecha del Clausura 95, con Babington como DT. Su segundo y último partido en River lo jugó dos semanas después, ya con Ramón: Fénix y Urquiza cerraron una carrera corta.
«En River no se portaron bien con mi hijo, pero la decisión de irse la tomó él. No estaba cómodo. Norberto la pasó muy mal, sufrimos todos. Creo que no pudo hacer una carrera por el apellido y por la mala leche de los que estaban en ese momento en el club y mezclaban los tantos», contó hace un tiempo el Beto en El Gráfico.
Norberto Alonso – 3-1-2024
Los lujos del Beto Alonso
Más contemporáneos, Emiliano Díaz y Nahuel Gallardo también siguieron los legados de sus padres, aunque lejos estuvieron de siquiera intentar igualarlos. Quien hoy es ayudante de Ramón y jugaba como volante por derecha tuvo un debut en Primera igual que el de Omar Labruna, allá por el 2002, y solo estuvo un año en River; el hijo del Muñeco disputó tan solo siete partidos (seis como titular) y, tras préstamos sin mucho rodaje en Defensa, Colón y Once Caldas, actualmente intenta ganarse un lugar en Sarmiento.
Igual, no todos fueron así: de hecho, en el primer caso que se dio en la historia de River, el hijo superó al padre. Fue nada menos que Alfredo Di Stéfano, quien antes de ser leyenda del Real Madrid vistió la Banda entre 1945 y 1949 (con un paso a préstamo por Huracán tras debutar) y fue determinante en el campeonato del 47, siendo el máximo artillero con 27 goles. En cambio, su padre Alfredo estuvo dos años en el club durante el amateurismo y debió retirarse por una lesión: según cuentan diversos historiadores y registros de la época, jugó cinco partidos oficiales en River (tres en 1913 y dos en 1915) y anotó cuatro tantos.
Siguiendo la línea temporal se encuentran los Malazzo, un nuevo caso en el que el hijo no pudo superar al papá: Esteban, lateral derecho que debutó en 1928, jugó ¡12 años en River! y, antes de partir al Fluminense, era el segundo jugador con más partidos en el club (252); Juan Carlos, en cambio, se estrenó en Primera en 1958 (lateral izquierdo) y disputó apenas 34 encuentros en dos años.
Un poco más adelante en el tiempo se dio un caso que solo se repitió una vez: un padre y dos hijos que jugaron en el Millonario. Quien inició todo fue Joaquín Martínez, puntero derecho suplente del histórico Juan Carlos Muñoz en La Máquina, sin tanto rodaje porque los titulares no faltaban casi nunca (27 partidos y nueve goles entre 1943 y 1947). Siguió Pedro Joaquín, quien surgió de las Inferiores, debutó en 1970 y vistió la camiseta de River durante 40 juegos por cuatro años; y en 1973 apareció Carlos Alberto, el papá del Burrito Martínez, aunque solo con ocho presencias en ese año.
En la misma tónica, que se repitió en casi todos los casos presentados, fue la historia de los Pena. Hugo Osvaldo, bicampeón con el club en el recordado equipo de 1975 que rompió los 18 años sin títulos de la mano de Labruna, sumó 103 presencias entre 1973 y 1976; en cambio, su hijo Diego Sebastián (Tomatito para el mundo futbolero) apenas si llegó a jugar tres partidos en el Apertura 1996, con Ramón.
Finalmente, el segundo caso de un padre y dos hijos lo entregan los Higuaín: Jorge, el Pipa, un férreo marcador central, vistió la camiseta de River durante 131 partidos entre 1988 y 1992. Y entre sus hijos, Gonzalo destacó más que Federico (cinco PJ en 2003): 41 encuentros y 15 goles entre 2005 y 2006, para luego ser transferido al Real Madrid en 12 millones de euros.