Perú goleó 3-0 a Costa Rica y se coronó campeón de la Copa América de presos, un torneo que llevó la fiesta del fútbol a reclusos de las cárceles peruanas emulando al torneo continental de Conmebol que el domingo tendrá su final en Estados Unidos.
Una bocanada de «libertad» para los reclusos que se vio empañada sobre el final del duelo, disputado en el estadio Nacional de Lima, cuando el partido concluyó cinco minutos antes del tiempo reglamentario para controlar la trifulca generada entre los finalistas.
Más allá del confuso episodio final, el encuentro tuvo todas las emociones dignas de una final de Copa América: una banda de músicos conformada por presos interpretó ‘Copa de la Vida’ del puertorriqueño Ricky Martin, terna arbitral profesional, juego fuerte, tarjetas amarillas, un penal y varios lesionados.
Los campeones recibieron una inmensa copa dorada y medallas, pero el premio mayor fue sin duda abandonar unas horas la cárcel.
«Este triunfo es como disfrutar la libertad, es un sueño hecho realidad», dijo a la AFP el recluso Jampiere Gonzáles, de 33 años, condenado a 15 años por robo agravado y campeón con el equipo de la cárcel Sarita Colonia del Callao, que representó a Perú.
«Lo dedico a mi esposa e hijos que están en las tribunas», agregó emocionado el delantero señalando a sus familiares, que en las gradas sumaban en total un centenar de asistentes autorizados a observar el partido, bajo la vigilancia de unos 500 policías y guardias penitenciarios.
El fútbol, una fiesta para los presos
Aprovechando el interés que despierta la Copa América, que hace casi un mes acapara la atención de los fanáticos del continente, el Instituto Nacional Penitenciario organizó el torneo para impulsar la rehabilitación de los reclusos de las hacinadas cárceles peruanas.
La Copa carcelaria empezó en junio con partidos en los patios de los propios penales, pero la final se disputó en el campo más emblemático del fútbol peruano, donde su selección disputa las clasificatorias sudamericanas rumbo al Mundial 2026.
Para los presos, trasladados desde sus prisiones en buses con grilletes y bajo estrictas medidas de seguridad, el ‘deporte rey’ es un oasis.
«El fútbol me hace olvidar el encierro», asegura Jhomar Ramírez, que a sus 25 años transita la última parte de una condena por robo a la espera de «salir a la calle y poder enmendar todos los errores que he cometido».
La ‘final’ marca una vuelta a una gloria que quedó muy atrás en su vida de Patricio Arce, exfutbolista profesional de los clubes peruanos Melgar y Cristal.
«Tengo sentimientos encontrados, estoy contento, pero a la vez triste. Es bonito salir de donde estamos y mirar el cielo y disfrutar del fútbol», dijo el exfutbolista a la AFP, tras marcar dos goles en el triunfo de su equipo.
«Fui campeón del fútbol peruano y ahora interpenal», dijo Arce, de 31 años y condenado a 22 años por un asesinato.
Ramírez y Arce son dos de los más de 97.000 reos hombres y mujeres, que habitan las 68 cárceles de Perú, un país de 33 millones de habitantes, donde la sobrepoblación carcelaria alcanza el 132 %.
En el estadio Nacional de Lima el fútbol fue protagonista por 60 minutos. En el final, una veintena de guardias penitenciarios entraron al campo a frenar la trifulca desatada entre jugadores de Sarita Colonia y sus rivales de la cárcel de Chincha que representaban a Costa Rica.
La terna arbitral tuvo que salir bajo protección policial, ante reclamo de los jugadores.
Un final poco festivo, pero que fue controlado sin opacar un torneo en el que participaron 12 equipos, representando a selecciones del continente.
En Estados Unidos, este domingo, la final de la Copa América Conmebol le dará una oportunidad a la Argentina de Lionel Messi de defender la corona ante Colombia. En Lima la ‘Copa’ fue para Perú.