TLa mayoría de clubes ingleses han pasado a manos de capitales de fuera de sus fronteras. La tradición ha dado paso a decisiones tomadas a bajo precio y con poco criterio deportivo. Hay muchos, pero chelsea son un buen ejemplo de esta metamorfosis.
El club londinense fue uno de los primeros en pasar a manos rusas. La guerra en Ucrania obligó a la salida de romano abramovichque puso al Chelsea en manos del consorcio formado por Todd Boehly y el fondo Clearlake Capital.
Admite que tiene el objetivo de hacer algo grande en Europa, pero la transición del modelo norteamericano al europeo le está causando problemas.
Boehly tiene una de las mayores fortunas de Estados Unidos: algunos de sus negocios han ido de la mano de deportes como el béisbol, el baloncesto femenino e incluso la lucha libre. A su llegada a Europa, encontró Tomas Tuchel en el banquillo pero no quedó impresionado.
El alemán, además, estaba decidido a ir contra el club en público y mientras estaba cerca de su salida del banquillo, Boehly tomó un avión privado para reunirse con varios entrenadores. No importa dónde estuvieran, él los llevaría allí para encontrarse con él.
No todas estas reuniones duraron mucho. No hablaban el mismo idioma. Si bien él era todo acerca de los números y el dinero, muy al estilo de la bola de dinero, los entrenadores no entendían muy bien ese idioma.
En cuanto pudo, despidió a Tuchel y como no convenció a los directivos con los que habló, encontró graham potter, un experto en reflotar barcos que se hunden. También se deshizo de la dirección deportiva.
el anterior Brighton El hombre aguantó hasta hace quince días, cuando fue despedido para sorpresa de todos, empezando por los jugadores del Chelsea que pensaban que iba a continuar con la Champions aún en juego.
Para llamar la atención sobre sí mismo, Boehly fue un paso más allá y decidió que frank lampara se convertiría en el tercer entrenador del Chelsea en lo que va de temporada y que fue despedido de Stamford Bridge en 2021 por una clara incompatibilidad con el vestuario y que dos meses antes había sido despedido de Everton. ¿Alguien entiende algo? En el vestuario de los rivales del Real Madrid nadie lo entiende.
No conoció a Paolo Maldini
Volviendo al Boehly negociador, muchos de los que se han sentado en una mesa con él no han logrado entender sus métodos, tan alejados del fútbol. En pleno verano viajó a Barcelona en un momento en que Marcos Alonso, Azpilicueta, Aubameyang… y se hablaba de otros.
Viajó para darse a conocer porque no negoció, no negoció nada. O cuando, con el mercado a punto de cerrar, estaba más interesado en el coche de Aubameyang que en cerrar el trato para satisfacer a Tuchel.
Su máxima está por encima de las exigencias deportivas y ahí es donde entran los números. No entendió que se hablara de la salida de Azipilicueta cuando sus números eran iguales o mejores que los de cualquier defensa y que su posible sustitución saldría diez veces más cara que renovar a él.
Hay un objetivo en todo. Él no lo oculta. Uno de los fichajes del invierno fue Mudryk, por el que se pagaron 100 millones de euros, parte del dinero destinado a la guerra de Ucrania. A su llegada hizo aparecer al delantero en Stamford Bridge con la bandera de su país, en lo que dicen fue un gesto cargado de mensaje para la anterior titularidad rusa del Chelsea.
Durante un partido, rodeado de gente del fútbol, conoció a Paolo Maldini, a quien no reconoció, y le preguntó si había jugado la Champions. Usted ya sabe la respuesta. Reaccionó, pero quedó claro que no tenía noticias del italiano.
En los últimos meses ha estado intentando acercarse a la afición del Chelsea, que no termina de entender su estilo de gestión, el mismo que ha propuesto a la Premier League hacer un All Star al estilo del deporte en Estados Unidos. Ya sabes, auténtico sabor americano.