Sufrido. Necesario. Agónico. Indispensable. Imprescindible. Y de penal. Así fue el triunfo de Boca, que todavía sueña con la Libertadores 2024 por la tabla anual. Así construyó este 1-0 el Xeneize, con gol de Miguel Merentiel a los 44′ del segundo tiempo, el goleador del año, acaso uno de los delanteros del año. Así lo ganó el equipo de Mariano Herrón, empujado por su gente (que reconoció a sus jugadores pese a la final perdida en Río), por su orgullo, por su propia vergüenza. Así, de mínima, se clasificó a la Sudamericana. Pero va por la otra Copa, ahora mismo, por la revancha…
Boca lo ganó cuando ya casi dependía de un milagro. Cuando nada le daba resultado. Cuando la angustia lo invadía, porque el empate casi que lo obligaba a ganar la Copa Argentina para ir a la Libertadores 2024. Por eso, el desahogo en el penal de Merentiel fue tan grande. Por eso, pese al flojo nivel del equipo, se festejó tanto. Porque a esa altura, era lo único que importaba. Era un gol. Era la victoria. Como fuera. Y llegó. Llegó por una patriada de la Bestia, a quien le hicieron el penal (fue claro) y quien lo terminó convirtiendo (se lo pidió a Benedetto).
El gol de Merentiel:
Boca Juniors – 12-11-2023
Merentiel marcó el 1-0 para Boca
Le costó todo a Boca. Le cuesta todo. Imponerse, atacar, definir, jugar. Lo que tendría que hacer por default, y sobre todo en su propia cancha, a este Boca le cuesta. Y cada vez más. Le pasó en el primer tiempo con Newell’s, con un flojo y cuestionado Newell’s. A tal punto que en esa etapa sólo inquietó a su arquero una sola vez: un cabezazo de Cavani que tapó bien Hoyos.
Demasiado poco para un equipo que salió a jugar urgido, necesitado de una victoria, con la tabla de la Copa en contra. En ese arranque, Boca no pareció responder a esa presión. No desde la actitud de equipo avasallante. Hace tiempo, también, que a Boca le cuesta tomar ese rol. El del Boca que te asfixia, que te somete, el Boca al que los rivales le suplican piedad, poder salir a la superficie a respirar. No sólo no pasó, sino que Newell’s le manejó esos primeros minutos, lo apuró, no lo dejó salir.
Herrón había intentado, para tener más juego, más salida, acaso más frescura, con un cambio inicial sorpresa: Bullaude de enganche, Pol Fernández sólo de cinco y Medina otra vez a la derecha. No salió nada bien. No sólo porque no tuvo ninguno de los efectos buscados, sino porque el DT interino tuvo que recalcular en el entretiempo: afuera Cristian, adentro el pibe Jabes Saralegui.
En el segundo tiempo, fue otra la actitud. Y la decisión. Hasta la construcción. Se soltó Bullaude, empezó a desequilibrar Barco, le dio otro empuje Saralegui, ofreció más espacios Newell’s, que dejó de ser el equipo armónico y ordenado del primer tiempo. Pero ese empuje inicial, ese Boca distinto, se fue apagando con el correr de los minutos. Apenas un remate de Merentiel desde afuera. Y poco más.
El partido se iba. La Copa Libertadores, por la tabla general, también. Llegaron los cambios. Salió Cavani, con una molestia muscular, y entró Benedetto. Salió Barco, también tocado, y entró Janson. Salió Bullaude, que no convenció, y entró Campuzano. Pero Boca no se superó. De hecho, necesitó de Chiquito Romero para sostener el cero en su arco.
La tabla empezaba a pesar, el reloj también. Hasta que apareció ese penal, Merentiel, el 1-0, el alivio. Y la esperanza. Jugando así, le será difícil, pero mientras tanto, ganó el partido que tenía que ganar.
El resumen del partido:
Newell’s Old Boys – 12-11-2023