La semifinal Boca-Racing dejó mucho para analizar, ya sin el equipo de Russo y de Tevez con chances de ganar su tercer título seguido, ahora con la Copa de la Liga.
En un fútbol donde todavía (¡año 2021 ya!) Muchos etiquetan a los equipos en defensivos u ofensivos según el sistema táctico elegido por el entrenador -sin considerar el rol de cada jugador por sobre la posición-, la línea de cinco en el fondo suele ser sinónimo de propuesta especulativa y de un intento por priorizar la solidez atrás antes que el desequilibrio adelante.
En fase defensiva pueden ofrecer un mayor resguardo pero, en realidad, esos tres centrales, ya en fase ofensiva, son una muy buena herramienta en la construcción del juego si además esos carrileros tienen aptitudes para aportar amplitud y profundidad por las bandas. Algo que muchos clubes del mundo utilizan con frecuencia (Chelsea campeón de la Champions o Inter campeón de Italia, por ejemplo).
Ante una primera línea de presión del rival integrada, generalmente, por uno o dos delanteros, el equipo con línea de tres dispone de superioridad numérica para iniciar el juego. Si la estrategia contemplara un ataque elaborado mediante la secuencia de pases, la conducción de un zaguero central se vuelve tan lógica como fundamental para poder romper líneas y generar espacios en campo rival.
Boca, en la semifinal ante Racing, exhibió cómo un equipo, sin un funcionamiento colectivo dónde apoyarse, es capaz de desaprovechar esa ventaja en la salida del balón. Si la intención era progresar en el campo a través de la posesión de la pelota en lugar de apostar al juego directo, el equipo dirigido por Miguel Angel Russo mostró una alarmante carencia de ideas para llevar adelante ese plan.
El rey de los pases intrascendentes
En muchas situaciones hubo pases intrascendentes entre los tres centrales (Zambrano, López e Izquierdoz) en campo propio, sin que nadie condujera para atraer una marca y liberar un espacio. Pero sería injusto responsabilizar sólo al trío defensivo. El resto del equipo fue la falta de movilidad en su máxima expresión. Boca terminó un conjunto demasiado estático, lento, previsible, sin desmarques para generar líneas de pases, con retrocesos (como los de Cardona detrás de la línea de la pelota) improductivos.
Faltaron conceptos, dejar expuestos los problemas de funcionamiento colectivo que aquejan hace rato al team de Russo. Así y todo, por jerarquía individual y por obligación que representa vestir esa camiseta, hubo ráfagas en el complemento del partido en el que pudo quedar con el triunfo.
En este videoanálisis hay seis acciones, seis ejemplos, en donde se ve a Racing que presiona muy bien en bloque medio, a la altura de la línea de la mitad de cancha, y Boca carece de un plan que debe incluir movimientos coordinados y ensayados para aprovechar esa ventaja 3v2.
Sin apoyos ni rupturas del resto, los tres centrales movieron la pelota de manera horizontal sin poder progresar ni superar las líneas de presión. Si la idea, en cambio, era apostar a un juego más directo, en donde los centrales atrajeran al rival y luego buscaran vía aérea a los delanteros, el mecanismo tampoco estuvo bien ejecutado, salvo una búsqueda de Zambrano a Villa, una pelota larga en la que el colombiano giró entrando al área y al definir la pelota rebotó en el arquero Gómez.
Después, poco y nada en fase ofensiva de este Boca que da la sensación, casi siempre, de esperar que alguien frote la lámpara y salve al equipo de su falta de funcionamiento y de su apatía cada vez que tiene la pelota. Con línea de tres, de cuatro, de cinco o de seis.
Mirá las situaciones
Párrafo aparte para la buena telaraña que tejió Racing con su bloque medio al presionar y cubrir los espacios. Cvitanich, como referencia en la primera línea de presión, se movía por el centro para evitar el pase a Varela. Y cuando podía, presionaba a algún zaguero central.
Miranda, sobre la derecha, custodiaba a Cardona pero cuando el colombiano se adelantaba, lo soltaba e iba a presionar a Izquierdoz, con Copetti persiguiendo la subida de Fabra. Por la derecha, Piatti y Chancalay se alternaban en la marca de Capaldo, cuando se proyectaba, y en el retroceso de Campuzano, cuando se ofrecía como opción de pase.
Con un sistema de presión parecido al ejecutado ante River en el Monumental, los de Pizzi maniataron y le complicaron el panorama a Boca. A veces, Cardona retrocedía hasta su propio campo, lo mismo que Varela, y los de Russo iniciaban con un 5v2 totalmente improductivo. Sí, a pedir de Racing.