El del japonés Akira Misu fue un caso muy singular. Llegó al país en 2001, a la par de Naohiro Takahara, aquel otro japonés que jugó siete partidos en Boca y le convirtió un gol a Lanús. Previo paso por el fútbol de Brasil, Misu, con 19 años, hizo Inferiores en Estudiantes de La Plata. En 2003, llegó a hacer la pretemporada con el plantel profesional del Pincha, donde vivió las etapas de Carlos Bilardo y Mostaza Merlo. Sin ganarse un lugar en el Pincha, se fue cedido y deambuló por el Ascenso: pasó por Defensa y Justicia (2005/06) y por El Porvenir (2006/07), donde le tocó descender a la C. Su extraño caso quedó en la memoria del futbolero. Hoy, desde Shizuoka, a dos horas y media de Tokio, Akira atiende a Olé para recordar su paso por el fútbol argentino, las locuras de Bilardo, la promoción con Defensa en 2006 y de la vez que terminó en la 1-11-14 y le robaron todo.
-¿Cómo fue que desde Japón llegaste al Pincha?
-Mi papá me acercó una información de que estaban buscando jugadores en la Argentina. En esa época, el Bocha Flores estaba como coordinador de Juveniles en Estudiantes. Cuando llegué, entrené durante un mes y luego me ficharon para jugar con la quinta categoría. Meses más tarde, al cumplir los 18 años, jugué tres partidos en Quinta y después salté a la Reserva.
-Apenas llegaste, ya te apodaron…
-Me decían tiramisú. Apodo de postre, ja También Sharika, por Akira.
-¿Enganchaste la etapa de Bilardo en el Pincha?
-Sí, es más jugué con la reserva de Estudiantes en cancha de River, ese día del 2004 en donde Bilardo descorcha un champagne y dice: “Esto no tiene bebida alcohólica señorita, tiene Gatorei”. Lo vi desde la tribuna y fue tremendo, ja.
-¿Qué recuerdo te quedó de él?
-Tuve la posibilidad de escuchar una charla de vestuario de Bilardo. Su manera de comunicarse es fuera de lo normal y recuerdo que los jugadores se reían mientras hablaba.
Y en la reserva de Estudiantes, rápidamente entendió lo que es jugar en el fútbol argentino: “Cuando jugaba en Estudiantes, nadie quería tirar el córner porque te escupían. Me acuerdo que yo no era el designado para tirar los córner, pero me mandaban a mi porque nadie quería que lo escupieran. No te da el tiempo para pensar y tirar bien el córner, ja”, recuerda entre risas.
El japonés que jugó en el Ascenso
“Quiero ser el segundo jugador japonés en jugar en Argentina. Takahara ya hizo su camino, yo quiero hacer el mío. A mí me gusta tocar de manera simple, pero aún tengo que mejorar más físicamente y no soy esos japoneses que corren”, decía Akira Misu en aquel entonces.
Cuando finalmente pudo firmar contrato con Estudiantes de La Plata, fue cedido a préstamo a Defensa y Justicia y cuenta que, allí, en el Ascenso, vivió “el partido más emocionante de mi vida”: la promoción que jugó Defensa ante Deportivo Morón, en el 2006. El Halcón perdía por 3-1 y descendía a la Primera B Metropolitana. Sin embargo, en tiempo de descuento consiguió los dos goles del empate con los que logró mantenerse en la B Nacional. Así, el Gallito desperdició la oportunidad para ascender. “Ese partido lo miré, en la tribuna. Fue un duelo de muchísima emoción. Nunca lo voy a olvidar”.
Sin embargo, para alcanzar el objetivo tuvo que sufrir. En Defensa, vivió uno de los momentos más tensos de su paso por la Argentina: “En el primer año que yo estaba jugando en Defensa, no nos estaba yendo bien. Habíamos perdido cuatro o cinco al hilo y en un entrenamiento, entró un hincha con un arma amenazandonos para ganar el próximo partido. No lo podía creer. Me pareció extremo”.
-Defensa hoy está asentado en Primera y ganó títulos internacionales en estos últimos años. ¿Imaginabas una evolución así del club?
-Claramente no. Yo jugué en Defensa entre 2005 y 2006, y cada vez que volvía a Argentina, visitaba el club. Fui viendo de manera progresiva el ascenso y los logros que fue consiguiendo, hasta llegar a ser lo que es hoy. Sin embargo, en esa época no podía imaginar algo así.
-Y después de Defensa, volviste a ser cedido.
-Claro, al El Porvenir. Fue tremendo mi primer día: yo estaba en La Plata y tenía que viajar al Bajo Flores para ir al lugar donde entrenaba el Porve. Entonces tomé el tren, subte y caminé. Por error me metí en la Villa 1-11-14, la que está enfrente de la cancha de San Lorenzo, y me afanaron todo. Luego de eso, llegué al club y pasó algo aún más gracioso…
-Tremendo. ¿Cómo sigue la historia?
-Cuando llegué, nadie me recibió porque no me conocían. Y cuando me acerqué al entrenamiento, Rubén Forestello, el técnico de aquel entonces, me dijo: “¿quién sos vos?”, ahí pensé “no… a donde me metí”, ja.
-¿Cómo calificás el fútbol argentino?
-Aprendí bastante, pero es duro: hay mucha competencia para ganarte el puesto.
-¿Seguiste jugando después?
-Volví a Japón e intenté jugar, pero me lesioné el quinto y se me complicó. A los 25 años, decidí no jugar más.
-¿Y cómo siguió tu vida?
-Me anoté en una universidad y empecé a estudiar economía. Soy economista pero no ejerzo actualmente. Trabajo en un equipo de la Segunda División de Japón y estoy en un grupo empresario que se dedica a contratar jugadores.
El progreso del fútbol japonés
Está claro: pasaron muchos años. El fútbol japonés y la formación que hoy reciben los jóvenes en la isla no es la misma que recibió Akira cuando era joven. Ese progreso del fútbol nipón se ve reflejado en el alto rendimiento de su selección nacional y, también, en que clubes argentinos empezaron a buscar jugadores y jugadoras para incorporar a sus equipos. Ichika Egashira, de 21 años, en River; Fuko Takahashi, de 26 años, en Gimnasia de La Plata; y Luna Wantabe, de 20 años, en Ferro. Y no sólo ellas: recientemente Argentinos incorporó a su Reserva a Ryoga Kida, un delantero de 18 años.
-¿A qué se debe esta evolución del fútbol japonés?
-A la formación. Nosotros como japoneses siempre intentamos observar y aprender qué hacen bien los rivales, y sobre todo las potencias, para aprender e imitar.
-¿Creés que Japón puede ser candidato a pelear el próximo Mundial?
-Se ha mejorado mucho pero todavía falta. Japón tiene pocos jugadores en la élite del fútbol mundial. Necesitamos que más jóvenes reciban la formación que se les da en Europa y así, poder enriquecer a la Selección.