Sabe qué hacer. Podrá, de algún modo, haber quedado seco transitoriamente después de los cuatro goles en Mendoza. Quizás pesaron, después de aquel poker ante Godoy Cruz, las ofertas a futuro valuadas en dólares desde Brasil, la sensación de prisa externa para que el colombiano definiera su situación contractual incluso cuando tiene margen de maniobra hasta el 30 de junio… Pero sabe qué hacer, Rafael Santos Borré Maury, el goleador del torneo.
Pudo haber estado 296 minutos sin nutrir su estadística, equivalente a sus participaciones ante Racing, Arsenal, Atlético Tucumán, Colón y su impreciso arranque ante Central Córdoba. Sin embargo, volvió. Para ampliar su distancia con Lucas Alario en el ranking de goleadores de la era de Marcelo Gallardo y llegar a los 54 festejos. Dos de ellos anoche compartidos con el propio entrenador, feliz porque ese ariete que moldeó como delantero de equipo pudo recuperarse.
Sabe qué hacer, Rafa. Estudia la sincronización de pases para geolocalizarse. Lo demostró en el primero de sus dos goles. Vio el tiquitaca de 12 pases de Montiel, Palavecino, Simón y esperó el centro de Julián, dirigido a un empeine acostumbrado a definir de primera. El 77,8% de sus celebraciones -es decir, 42 de sus goles made in río– fueron sin necesidad de frenar la pelota. Empujándola, acariciándola. Dándole destino casi siempre bien cerca del arco.
«Si tengo que elegir, el primero. Por el juego colectivo, por cómo combinamos pases, la triangulación en la banda y el centro de Juli para conectarla. Eso es lo que nos caracteriza», dijo el colombiano. Sin embargo, cuando no es con un empujoncito técnico es definiendo con cara interna, esperando con sapiencia hasta que el arquero no tenga posibilidades de reacción sencilla, tal y como ocurrió en su dopieta.
«Era fundamental ganar para seguirnos acomodando. Sabemos que está apretado el grupo pero nosotros pensamos en río, en mantener nuestra identidad y nuestro fútbol. Teniendo esos ideales alcanzamos nuestros logros «, valoró Borré, quien ponderó la victoria puesto que «era una buena oportunidad para seguir mostrando lo que venimos haciendo», además de explicar que «en cuanto al juego estamos encontrando soluciones que nos permiten tener variantes. Somos un equipo en el que todos dependemos de todos. Nos movemos mucho».
Sabe qué hacer, claro. Borré ha hecho del área 18 su ecosistema pero ha aprendido que salir de ella también lo hace crecer como futbolista. Y entonces, apeló a aquella enseñanza que le inculcó el deté para asociarse con Milton Casco -anoche, ingresando de volante derecho- y con un timing de wing ochentoso tiró un centro precioso para asistir a Fede Girotti, ese pibe que se ilusiona con tomar la posta cuando Rafa deje River.
Borré ganó su propia batalla interna. Consiguió despejarse del microclima que generó las especulaciones sobre su futuro, no sin antes recomendarles perfil bajo a quienes lo rodean para evitar la propagación de rumores. Y con dos nuevos gritos se mostró afilado para este último tramo de temporada, con Libertadores y Copa de la LPF en agenda. Lo que ocurra después del meridiano del año dependderá de él: si se propicia su éxodo al exterior o si existe un acuerdo para su continuidad en Núñez, hoy prácticamente una quimera. Pero se tiene confianza: él sabe lo que hace.