Marcelo Gallardo se sonrió cuando, en plena chanza con Miguel Borja, advirtió que se iba a poner “bravísimo”. Pero lo suyo, por caso, iba en serio: el nivel de exigencia que el deté pretende se elevó. Porque fue el equipo el que le demostró al Muñeco que tiene de dónde aferrarse para ir por más. Para exigirle más.
foto MARCELO CARROLL
Los aspavientos de un Gallardo hiperactivo durante la goleada contra Atlético Tucumán fueron un síntoma de que el entrenador ya siente propio a este River. De que aquello que se trabajó en la intimidad del Hilton de Pilar ya comenzó a desarrollarse adentro del campo. Donde, por caso, ya no sólo se ven los trazos gruesos de su idea sino también algunos de los más finos del manual de estilo.
La presión ofensiva hasta el final (la de Maxi Meza al minuto 90, el embrión del 4-1 de Colidio), la consolidación de un fondo mejor apuntalado por Pezzella, la sincronización entre internos y laterales para generar pasillos, la profundidad por los ambos carriles, la intensidad de futbolistas que no venían logrando establecerse (Nacho Fernández, Santiago Simón, antes Kranevitter), la optimización física de quienes por biotipo no eran proclives a la máxima tensión constante (Borja), el apetito de ir por más incluso en la ventaja holgada… Todos esos fueron síntomas de ese cambio que MG entendía necesario. Para, así, transformar en un tren de alta velocidad al ferrocarril al que se subió en pleno recorrido. Aunque con la complejidad de lograrlo sin que la formación terminara descarrilando en el intento.
Precisamente la performance física del grupo, tan necesaria para alcanzar el máximo estándar de calidad de juego del Muñeco, fue un aspecto que tranquilizó. Aunque en River saben que de ahora en más el desafío será sostener lo que se mostró ante Atlético, la respuesta que River mostró el viernes fue un indicador relevante al momento de planear lo que se viene: el viaje a Chile para enfrentar a Colo Colo por los cuartos de final de la Copa Libertadores y la posterior visita a Boca en la Bombonera por el torneo local.
“Se vieron buenas cosas. No hay que dramatizar cuando nos podíamos encontrarnos y tampoco ahora. Debemos focalizarnos de que este es el camino”, advirtió el Muñeco, desde la tranquilidad del software ya instalado en la CPU de sus futbolistas. Quedará por delante continuar con el proceso lógico: el de la consolidación. Aunque ya River dio muestras de que -si repetir lo del viernes- no será un equipo bravo, sino bravísimo.
La goleada de River ante Atlético Tucumán
River Plate –