Un hilo rojo e invisible une a quienes están destinados a encontrarse. Los chinos y japoneses creen en ello desde hace siglos. Y por algo lo hacen. Maxi Meza y Fabricio Bustos están linkeados con Independiente por ese hilo rojo. Los dos jugadores de River sabían que en algún momento volverían al Ricardo Enrique Bochini. Allí donde lograron algo más profundo que dos títulos: una identificación con el hincha desde su juego. Pero quizás no esperaban que este cara a cara -el del domingo- se les presentara siendo otra vez compañeros y estando unidos por una banda roja.
No existen casualidades ni en la leyenda del hilo ni en las decisiones de mercado de Marcelo Gallardo: si a su regreso el entrenador decidió ir a fondo para fichar tanto a Meza como a Bustos, fue porque ambos le demostraron con otra camiseta que eran capaces de interpretar su idioma.
El Independiente de Ariel Holan que el lateral y el volante integraron con roles protagónicos, el que ganó la Sudamericana -y luego la Suruga- haciendo match identitario con el paladar negro, llegó a ser señalado por Gallardo como patrón de sus preferencias.
En pleno verano de 2018, de hecho, el Muñeco lo destacó como “un equipo atractivo de ver”, que mostraba “una agresividad futbolística” que el técnico aspiraba a reinstalarle a un River que aún sufría las secuelas de la eliminación de la Libertadores 2017 ante Lanús.
Meza y Bustos fueron responsables de que aquel Independiente de Holan alcanzara tales estándares de calidad. Con presión en la recuperación, movilidad, versatilidad y goles en un equipo que compitió en la Copa Libertadores 2018, quedando eliminado (casualmente) por River en cuartos de final.
Los hilos rojos de Meza y Bustos no son idénticos…
El lateral, por caso, llegó desde Ucacha (Córdoba) a los 12 años, reclutado por Enrique Borrelli para las Inferiores. Aunque Boca intentó seducirlo, él eligió la pensión de Domínico como destino, lejos de esa familia que a la distancia lo apoyó y lo arropó en 2013 cuando pensó en dejar de jugar tras una lesión ligamentaria.
El entonces volante diestro se inclinó por un club en el cual, con resiliencia, llegó a Primera. Historia que nunca salpicó con su amor por River: se esmeró para que ninguna foto suya con la camiseta del CARP se filtrara, y cuando eligió ir a ver a su cuadro en el Monumental lo hizo en el mayor hermetismo para no herir susceptibilidades.
Bustos siempre respetó a la cantera que lo formó. Y por eso se sintió tan dolido por el modo en el que se fue en 2022: cuando la dirigencia rechazó una oferta del Fenerbahce turco, el jugador se plantó y decidió irse sin renovar su contrato. Y aunque River intentó contratarlo, el Inter (PA) se lo quedó -aunque FB hizo fuerza para que Independiente tuviera su retribución.
El ciclo de Meza fue distinto. Fichado en septiembre de 2016 desde Gimnasia, donde había encandilado, el crecimiento del correntino en Avellaneda fue exponencial: jugó 83 partidos, metió 11 goles y convidó otras 14 asistencias, alcanzando su performance top entre 2017 y 2019, cuando fue transferido a Rayados en cerca de u$s 15 millones. Y en el medio, Sampaoli lo premió llevándolo a Rusia 2018.
Ahora volverán, pero con River. Y es tan cierto que puede haber hinchas de Independiente dolidos por el hecho de que no hayan tenido una escala en el club que los mostró al mundo como que por contexto esa chance asomaba remota. Porque Meza era un jugador franquicia en México y sólo una propuesta económica alta o un gesto de cariño lo podían sacar de Monterrey. Porque Bustos había advertido que su ciclo estaba cumplido.
Aunque, pese a todo, el hilo rojo no se cortó. Y el domingo se estrechará, propiciando el reencuentro que el destino ya tenía agendado.