Londres, Miami, Aruba, Ibiza, Marbella, Roma… Mientras varios jugadores de River disfrutan de sus vacaciones en lujosos destinos, Agustín Sant’Anna eligió simplemente cruzar el Río de la Plata para disfrutar de su familia -sobre todo de su hija- en un clima de paz y tranquilidad, dos palabras necesarias después de un semestre atípico para él. El mundo River es «espectacular» y a la vez «una cosa de locos». Disfrutó y sufrió. Fue campeón y estuvo más de dos meses sin jugar. Siente que transita su «mejor momento futbolístico» y el equipo cerró el semestre envuelto en críticas. Por toda esa vorágine, con mate en mano y la compu a un costado para seguir jugando al Call of Duty: Black Ops 6, el lateral bajó un cambio e hizo un profundo balance de su primer semestre en Núñez.
Lo disfruta. Se siente pleno porque su buen nivel en Defensa lo llevó a que en Núñez iniciaran una negociación express que incluyó una inversión de tres millones de dólares sobre el límite del cierre del mercado de verano. Pero esa cifra, sumado a que llegó a «un club muy exigente, donde salís campeón y al otro partido tenés que ganar», lo obligó a rendir de movida, un desafío extremo teniendo en cuenta que hasta a un jugador como a Manu Lanzini le costó insertarse nuevamente en el andamiaje riverplatense.
«Lleva un tiempo adaptarse al nivel de los entrenamientos. Llegás y te exigen mucho más, es una dinámica muy diferente y lleva un proceso», reconoció en charla con radio Carve de Uruguay. Su primer superclásico, imagen que está en un portafoto puesto en un rincón especial de su casa, le puso un freno a la ilusión. La alegría cuando ingresó pasó a decepción cuando Blanco le ganó en velocidad y su centro fue el 1-1 de Medina. Así, de 172′ en el arranque del año pasó a estar más de dos meses sin jugar.
«Aprendí a convivir con eso y seguí entrenando hasta tener una nueva chance», agregó el lateral de 26 años, que contó cómo aprendió a sacar fuerza en los malos momentos: «Lo que más me llevó a evolucionar es disfrutar del fútbol, del día a día. Me permite ir a entrenar con ganas, entender cosas extrafutbolísticas y es importante la confianza que a uno le dan. Siempre tuve idea y vuelta, pegada y capacidad física, que la puede mejor, pero quizá no confiaba en eso porque no jugaba y me encerraba».
Su cambio de mentalidad, funcionó. Aprovechó la chance, en una semana superó los minutos de la primera parte del año, le ganó el puesto a Herrera siendo titular en seis de los últimos ocho partidos y si no estuvo ante Riestra fue por una lesión muscular. Feliz y cómodo por formar parte del grupo de los uruguayos de Núñez y con sueños de selección, el ex Nacional va por más y relativizó las críticas al DT.
«No son por él. El club es así. Exige siempre. De local se ve la intensidad, de visitante nos está costando un poco, pero la obligación es ganar jugando bien y la gente te lo hace notar».