Solo el tiempo podrá confirmar si una tendencia se transforma en una constante, en una situación habitual. Hace tiempo que no se ve un clásico en el que Boca imponga las condiciones. Más allá de los triunfos que sumó en la era Riquelme, el gran cambio que se vio en Córdoba es que la actitud dominante del equipo de Diego Martínez con respecto al juego fue más parecida a la que en la última década mostró en cancha River.
Este Boca, incluso, por momentos parece creerse más de lo que es. Hace valer su camiseta sin necesidad de bravuconadas. Se impone con la prepotencia de querer jugar. De ser protagonista de su propia historia, algo que antes se veía justamente como una marca registrada de River.
Si es un cambio de era, se verá con el correr del tiempo. Uno tiene recursos para recuperar su mejor versión y el otro no se puede quedar sólo con esta foto ganadora.