La fórmula Cavani: cómo construyó el fin de sus días sin goles en Boca :: Olé

«Esta es la demostración de lo que hay que hacer para revertir situaciones difíciles, como la mía. Hay que seguir, hay que meterle, laburando, creyendo, con confianza, cada día, cada entrenamiento.. Y así, en algún momento, las cosas cambian. Y giran”. No fue una frase más. Ya más relajado y feliz de toda felicidad, Edinson Cavani se paró en las entrañas de la Bombonera ante el canal de Boca y dejó un mensaje.

O acaso más que eso: su propia receta. Ahí, en ese recorrido espiritual de su propia resurrección, armó la cadena con la que combatió un calvario de cuatro meses y medio sin goles. Porque es claro que la procesión fue por dentro. Y que Edi luchó y sufrió por una situación que no había vivido en su carrera top. “Nunca había tenido una racha así, tan larga. Confiamos en que la revertirá”, llegó a confesar su hermano Christian, uno de los seguidores más fieles del Matador uruguayo.

Su batalla fue día a día. Incluso, lo revelan sus propios compañeros. “No se entregó jamás, vos lo veías entrenar siempre más y mejor”, contaron desde Ezeiza. Trasladó, ahí mismo, un ejemplo que excedió su mensaje de superación. Nunca se fijó sólo en él. Aun en su peor momento, en esos casi 600 minutos sin hacer goles para un goleador que tiene más de 400 sobre el lomo, no dejó de pensar en lo colectivo por sobre lo individual.

La forma como gritó el gol de Medina, en el Súper, fue apenas un reflejo externo de su actitud interna: la de un hombre más comprometido con la causa general que con la particular. “A los chicos les habla todo el tiempo. Su experiencia y su bonhomía lo hacen también diferente. Por eso todos querían que hiciera goles, que le pasara esto”, dicen en el club.

Igual, en el camino, Cavani nunca dejó de enfocarse en su misión, en su primera obligación: el arco rival. Y en recuperar ese olfato que extrañamente parecía haber perdido. “A nosotros mismos también nos sorprende lo que le pasa”, contó además su hermano, acaso como testimonio familiar. En los suyos, el Matador encontró otro de sus refugios.

Y también ahí multiplicó sus fuerzas cuando, además de la falta de gol, su físico también pareció potenciar el combo explosivo en torno a su figura. “Energía que ellos solos saben dar”, publicó como leyenda en su Instagram acompañando una foto envuelto en el abrazo de India y Silvestre, sus hijos. Fue ese “desconectar para enchufarse”, una de sus frases de cabecera.

Con Martínez también tuvo charlas al respecto. Directas, puntuales. El propio técnico las reveló ya con el triplete consumado, pero puertas adentro era algo que había trascendido. “Espero que le hayan servido. Siempre uno las necesita. Él es un futbolista de jerarquía, con mucha trayectoria. Entonces, sin dudas espero que eso lo haya ayudado”, sostuvo.

Y confió, además, cómo lo fue viendo en este tiempo, como conductor. “Se lo veía muy focalizado, muy enfocado en que esto se pudiera destrabar. Ojalá que esas charlas hayan ayudado, y también este partido para encontrar la mejor versión de Edi a los 37 años”, aseguró el DT.

También de Riquelme tuvo el apoyo que necesitaba cuando la presión asfixiaba. Román nunca dejó de confiar en él y hasta lo elogió destacando otras cualidades del Matador que excedían al gol. Por eso, tras el triplete, se quedó en el palco hasta el final para aplaudirlo una vez que terminara de hablar para la TV. Que Cavani le haya retribuido ese gesto y hasta dedicado unas palabras, fue otra demostración de esa respaldo interno en Boca Predio. “Román siempre confía en mí”, dijo el Matador.

Pero en esta expedición Cavani para cortar la racha, no solo hubo una preparación mental. También en lo futbolístico, el Matador fue buscándole la vuelta. Con Martínez, de hecho, también habló de lo posicional. De hecho, el DT le transmitió que seguía teniendo la misma libertad de movimientos, pero también concluyeron en que una posible solución podía ser no retroceder tanto en el campo y centralizar su juego más en el ataque.

Es decir, disminuir ese despliegue que el uruguayo hacía por naturaleza, pero que también implicaba un esfuerzo que bien pudo perjudicarlo. Y no solo por esas molestias físicas que también lo afectaron. Algo de eso se vio ante Belgrano. Aunque el triplete se llevó todo, antes tuvo otras tres chances para marcar.

Lo que viene para Cavani, ahora, no es menor: es confirmar. Ya se sacó de encima la mochila más pesada, pero debe aprovechar el envión para darle al equipo eso que Boca fue a buscar de él: efectividad en el arco rival. Quizás ante Unión descanse, pero Racing, en la Bombonera, ya le presenta una nueva misión: hacerle un gol a un grande.

“A todo aquel que trabaja y es constante, antes o después, le tiene que ir bien. El sacrificio siempre te paga”, fue la frase que cerró su domingo. Sí, su domingo de resurrección…