Marcelo Gallardo suele llevar de un poco a sus jugadores. Porque puede hacerlo: a lo largo de estos siete años, el Muñeco se ganó el tiempo que necesita un proyecto a plazo infinito como el que armó en río y por eso la política de incorporaciones casi siempre combina futbolistas maduros que pueden ponerse la camiseta y jugar y otros que inexorablemente necesitarán un lapso de adaptación a todo lo que implica River ya los particularmente exigentes métodos de entrenamiento de este cuerpo técnico. Si a eso se le suma que el refuerzo sea extranjero, el proceso generalmente puede demorar un poco más porque también habrá que asimilar otra idiosincracia, costumbres distintas, la lejanía de sus afectos.
Por citar un par de ejemplos, Rafael Santos Borré y Nicolás De La Cruz precisaron de al menos dos años para ser los futbolistas que son hoy. En ese sentido, el ciclo de Jorge Carrascal por ahora es distinto: hace ya dos años y medio que el colombiano llegó al club y salvo por algunos pasajes de un puñado de partidos en la temporada pasada, no logra asentarse. Los votos de confianza que fueron la ejecución de la opción de compra del 90% de su pase (cuya deuda por tres millones de euros al Karpaty, refinanciada, todavía está vigente) y luego la camiseta número 10 que le dio Gallardo evidentemente no alcanzaron todavía para que su rendimiento encontrara cierta regularidad. Por el contrario, en el último semestre no sólo perdió el puesto que había empezado a ganarse en la pasada Libertadores sino que sus aportes en general fueron a contramano del equipo.
Carrascal con D’Onofrio: el colombiano firmó en febrero hasta multas del 2024 (Río Prensa).
Y más allá de que eso pudo colmar la paciencia de la gente -por suerte para el mediapunta de 23 años, el descontento no pasó de las redes sociales: sin público en los estadios, el murmullo no llegó de forma tan directa-, en el club las esperanzas por su gran explosión parecen empezar a desvanecerse.
Después de una serie de buenos partidos en 2020 y tras un gran Preolímpico con su selección Sub 23, JC era en el último receso el futbolista por el que más consultas llegaban a las oficinas del Monumental. Y no solo eso: la dirigencia decidió rechazar una oferta concreta del CSKA que rondó los € 6.000.000 brutos por su ficha, entendiendo que era una cifra que distaba mucho de la proyección que tenía uno de los jugadores fetiche de los scouters europeos, cuya cláusula de rescisión asciende a 20 millones de euros. Pero hoy la situación es distinta.
Desde el club avisan por lo bajo que si llegara una oferta acorde esta vez sí podrían mirarla con mejores ojos, algo que va en concordancia con un enfoque nuevo de parte del jugador, que cambió de agencia de representación: en mayo, dejó Go Pro Sports Management (comandada por Rodrigo Riep y Norman Capuozzo) para firmar con World Soccer Agency (Alessandro Lucci) y Global Business Group, dirigida por Pablo Boselli. El propio PB dijo que “puede llegar a salir” de Núñez en este mercado y que ya tuvo reuniones en Italia y España: “Él está feliz en el club, pero si la oferta convence a River… ”. Y esta vez, la predisposición del CARP invita a pensar que si aparece una propuesta interesante, se convenza para dejarlo ir en lugar de pelear por retenerlo. Si no, deberá esperar un despegue que ya no se ve tan claro en el horizonte.