Este sería el lema de mi querida tía María Piedad Brito Santillán, que el 18 de junio del 2021 cumple 100 años de vida. Riobambeña de nacimiento pero quiteña de corazón, pues 80 años aproximadamente ha vivido en Quito. Sus estudios primarios los realizó en la escuela de Monjas de la Caridad San Vicente de Paúl, en Riobamba, y los secundarios en Quito y al graduarse de Contadora regresó a Riobamba. Se casó y vivió junto a su esposo 10 años de un matrimonio feliz y aunque no tuvo hijos, tuvo seis cariñosos sobrinos que le alegraron su vida. Al quedarse viuda volvió a Quito. Vivió en el tradicional barrio La Ronda y después en la Villa Flora, hasta la actualidad, en una casa que conserva el diseño original adquirida en 1952.
Ha participado en algunos grupos de ayuda social, desde la parroquia eclesiástica de la Villa Flora, como la construcción de la actual iglesia. Su fe religiosa le ha permitido pertenecer a algunos grupos de personas cuya misión es ayudar a los más necesitados como proporcionar almuerzos diarios para unos 30 indigentes, preparación de personas para recibir los sacramentos, cursos gratuitos de cocina, de labores manuales, de pintura.
Antes de la pandemia, sus cinco sobrinos, 12 sobrinos nietos, 13 sobrinos bisnietos y 1 sobrino tataranieto la visitaban regularmente; ahora, por medios electrónicos.
Esto es un homenaje a mi querida ti Pía con la que vivo desde hace algunos años.