Hay poco movimiento en las parroquias rurales de Riobamba. El tiempo parece transcurrir con lentitud.
Casi todas las personas que transitan en las calles llevan su mascarilla en el cuello o no la usan. Todos se conocen entre sí, se saludan desde las aceras y hablan de los conocidos que murieron a causa del covid-19.
En los 11 poblados rurales viven 157 780 personas, pero según las cifras levantadas por el Municipio de Riobamba, solo 242 habitantes recibieron la vacuna contra el coronavirus.
En algunas parroquias, como Licto, se sabe poco acerca del covid-19. María Petrona Gualán usa un sombrero blanco, un rebozo grueso morado y cubre su cara con una mascarilla quirúrgica que luce desgastada.
Ella dice que tres vecinos fallecieron desde que se inició la pandemia. Cuenta que bajaron las ventas de los productos agrícolas que se cosechan en su comunidad y que hubo problemas para movilizarse hasta la ciudad durante varios meses, pero ahora todo volvió a la normalidad.
“No sabemos nada”, responde cuando se le pregunta sobre la vacunación. En su parroquia no se ha realizado ninguna jornada, pese a que, según la Junta Parroquial, allí viven unos 340 adultos mayores.
En San Juan y en Flores, otras dos parroquias, se han cumplido cuatro campañas de vacunación. El personal del Ministerio de Salud Pública llegó en compañía de los técnicos del Municipio, agentes de control y bomberos que se ofrecieron a trasladar en sus vehículos a los adultos mayores.
Los bomberos los fueron a recoger en sus comunidades y los llevaron hasta el centro de salud donde recibieron la vacuna. A varios ancianos que constaban en la lista tuvieron que convencerlos para que aceptaran la inoculación.
“Tenían miedo. Habían escuchado rumores sobre los efectos secundarios y algunos no entendían por qué era importante vacunarse”, dijo Ximena Cabrera, funcionaria del Municipio de Riobamba, quien se encarga de dirigir la logística de la vacunación.
Ella calcula que unas 2 000 personas de las parroquias de Riobamba están dentro del grupo prioritario para recibir la dosis del virus atenuado. Pero dice que ha sido un desafío levantar la información de registro para el proceso, debido a que, a diferencia de las ciudades, en las comunidades el acceso a los medios tecnológicos es bastante limitado.
Pese a los esfuerzos de los técnicos que colaboraban en la campaña, hubo personas ausentes. Para contrarrestar el ausentismo el Ministerio integró brigadas móviles que, desde la semana pasada, llegan a los hogares de los adultos mayores para vacunarlos.
La nueva campaña se inició en Quimiag, pero se replicará en Cotopaxi, Tungurahua y Pastaza. En las parroquias de esas provincias las dificultades han sido similares.
Cristian Silva, el nuevo coordinador zonal de esa Cartera de Estado, dice que el rechazo a la vacuna es un factor de riesgo para el control de la pandemia, que espera lograrse al vacunar al 72% de la población (unas 850 000 personas en las provincias de la Sierra centro).
Él explica que los mitos que abundan entre la población rural no son el único obstáculo que ha impedido organizar más jornadas de vacunación. La falta de infraestructura apropiada también ha impedido instalar puntos permanentes para la inoculación.
“Para el proceso de vacunación masiva se requiere de infraestructuras grandes y que cumplan con varios requerimientos, como las que usualmente están en las capitales de provincia”, explica Silva.
La solución planteada para llegar a las parroquias y comunidades de Cotopaxi, Pastaza, Tungurahua, Chimborazo y Bolívar son las brigadas móviles. Sin embargo, se prevé que el proceso de vacunación avanzará con lentitud, porque la población está dispersa y hay zonas de difícil acceso.
Los médicos del barrio y el equipo de las unidades de salud instaladas en las zonas rurales de las cinco provincias ya trabajan en el levantamiento de información de cada paciente para llegar en las próximas semanas a sus hogares.
Los técnicos utilizarán las historias clínicas de los pacientes de cada subcentro para identificar a las personas mayores de 75 años y que tienen enfermedades de riesgo. Las nuevas jornadas se acompañarán con campañas informativas sobre las vacunas.
El Ministerio también analiza qué recintos electorales enlistados en el CNE podrían servir como puntos de vacunación. Según Silva, la nueva estrategia del Gobierno que consiste en utilizar los datos del empadronamiento electoral evitará que las personas que viven en sitios distantes a las ciudades pierdan la vacuna.