Domingo. Cinco de la tarde. El sol radiante calienta el asfalto de Cosquín, Córdoba. Después del asado, los amigos del pueblo se juntan a pelotear. “Mati vas al arco, ¿eh? Vamos que hoy hay que ganar”, gritan antes de que arranque el picado contra los de la otra cuadra. Orihuela atajó siempre. El primer recuerdo bajo los tres palos aparece gracias al padre de su hermana, quien recicló tres pedazos de madera para armarle un arco en el patio de casa para que pudiera perfeccionar su técnica. Así empezó. Sin embargo, la felicidad de atajar en aquellos picados por la Coca se terminó a los ocho años, sin saber que ese disfrute por el fútbol volvería en algunos años. Aprendió a crecer en la calle. Trabajó en una empresa de recolección de residuos y, a los 18 años, quedó como volante en Deportivo Morón. Luego de debutar en el Gallito en 2013 (fue 2-1 ante Central Córdoba, con tantos de Damián Akerman), de pasar por Estudiantes de La Plata, Quilmes, Tigre, Temperley, el ApollonSmyrnis de Grecia y Newell’s, hoy, a punto de cumplir 32, Matías Orihuela es feliz en Atlético Tucumán y le cuenta su particular historia a Olé.
-¿Cómo fue venir del pueblo a la ciudad?
-Fue duro salir de un pueblo. Vivía a media cuadra del río y me vine a La Matanza, parecía el Libro de la Selva, ja. Estaba acostumbrado a quedarme jugando con los pibes hasta tarde y mi vida cambió repentinamente. Aparte tuve que arrancar a trabajar.
-¿Cuándo tuviste tu primer laburo?
-A los 14 años. Todos los veranos viajaba a Cosquín para visitar a la familia de mi viejo y lo empecé a ayudar con su trabajo. Él laburaba como vendedor de productos regionales y yo le daba una mano con la distribución en los negocios. Eso me servía para tener mi plata y pagarme mis cosas todos los veranos. Hasta dejar el colegio…
-Por esas cosas de pibe. No sabía qué iba a hacer de mi vida porque todavía no entrenaba, no tenía un trabajo estable porque era un pibe y lo único que hacía de mi vida era jugar al baby con amigos y aparte era arquero. Ante esta situación de no saber para dónde rumbear, algo que pasa bastante cuando sos pibe, mi familia me dice: “Si no querés estudiar, entrenás o te ponés a trabajar”. Y yo acepté trabajar, para tener mi plata. Mi familia materna, en Buenos Aires, tiene un estacionamiento. Entonces pensé que me iban a dar trabajo ahí como para arrancar…
-No. Llegó el primer día de trabajo y mi abuela me dice que fuera a Isidro Casanova, a eso de las 12 de la noche, a una dirección que queda cerca del cementerio de Casanova. La realidad es que no tenía idea dónde me estaban mandando, ja. Cuando llegué, empecé a ver el movimiento de camiones “Martín y Martín” (NdeR: Empresa de higiene urbana que trabaja en La Matanza) y en ese momento caí.
-¿Y qué te dijeron cuando llegaste?
-Cuando llegué, saludé y un capataz me preguntó: “¿Vos sos Matías? ¿Orihuela?”. “Sí, soy yo”, respondí. “Bueno, cambiate y tenés que salir en el camión 33”.
-Ah, fue sin anestesia…
-Tremendo. Pensé que iba a laburar en el estacionamiento y me mandaron a un camión de basura.
-¿Cómo fue la experiencia?
-Trabajé un montón de horas corriendo atrás del camión por una zona muy grande de La Matanza. Recuerdo que el camión pasaba por La Tablada, Villa Insuperable, Villa Las Antenas… Y vi desde animales muertos, tuve que tomar del agua que les dejaban a los perros, tenía compañeros que se pinchaban con jeringas.
-Cuando vi lo que era dije nunca más. Fue correr como 40 kilómetros en una semana. Laburar en el camión me cambió la cabeza porque después de esa experiencia terminé el colegio y empecé el profesorado de Educación Física en la facultad.
Su carrera como futbolista
-¿Quién te acercó al fútbol?
-Un compañero que laburaba conmigo en el camión. Un día me invitó a jugar un torneo por plata a una villa de Laferrere. Ganamos el torneo y me dice: “Loco, pero vos tenés condiciones, ¿por qué no te vas a probar?”. Siempre estuvo la idea de probarme pero pensaba que no iba a quedar, pero él me dio el empujoncito para hacerlo. Y así fue: después de ese torneo llegué a mi casa, prendí la computadora y me anoté para las pruebas en Morón.
-¿Cuántos años tenías en aquel entonces?
-Tenía 18. Con edad de Cuarta entré, bastante grande. Estuve tres meses a prueba y no me querían dejar porque era flaquito. Pero, bueno, creo que quedé porque no hay muchos zurdos que jueguen de volante-lateral.
FOTO: LEANDRO MONACHESI
-De chico atajaste y te fuiste a probar de volante…
-Siempre me gustó atajar, era un mono. Hasta que me peleé con mi mejor amigo por haberme mandado una cagada en un torneo y nunca más atajé. Entonces, empecé a jugar y veía que la movía, ja. Así empezó mi carrera como volante.
-¿Te ayudó correr detrás del camión como entrenamiento para el fútbol?
-Sí, ja. Siempre me acuerdo de lo que corrí cuando era basurero porque en los datos del GPS estoy arriba de los 11 kilómetros por partido. Por laburar en el camión hoy corro más de 10km, imaginate… Me ayudó bastante como práctica para correr en la cancha. Aparte el camión en movimiento y tenías que ir saltando con el peso de la basura, es todo un esfuerzo.
Corto paso por Inferiores y el salto
Matías jugó menos de diez partidos en Inferiores y dio el salto a su gran sueño: “El primero que jugué de titular con la Cuarta lo fue a ver Salvador Daniele (NdeR: entrenador de Deportivo Morón entre 2011/13) y me salió todo redondo. Después de ese partido me subieron a entrenar con la Primera y ahí arranqué. Todo se fue dando muy rápido, de no creer”. A sus 31 años, el cordobés ahora goza de un excelente presente con más de tres años en Atlético Tucumán.
“La realidad es que nunca tuve una familia. Estuve con mi mamá, separada, que trabajaba todo el día y cuando mi abuela falleció quedé solo con mi hermana. Fue muy duro. Pero el fútbol me salvó la vida y me permitió poder armar una familia con mi señora y una hija. Ahora soy muy feliz”.
-¿Qué queda por cumplir en tu carrera?
-Me gustaría salir campeón con Atlético Tucumán y jugar en un grande del fútbol argentino.
-¿Y en qué grande te gustaría jugar?
-Obviamente en el que me llame. Pero gracias a un amigo conocí la cancha de San Lorenzo cuando era chico y tengo muy lindos recuerdos yendo ahí. No soy hincha, pero pasé muy lindos momentos ahí, por eso me gustaría el Ciclón.