No importa la distancia. Ni las horas de viaje. No interesa el valor de la nafta o de los pasajes. Tampoco la inflación. Nada de eso es relevante cuando algo que se esperó durante toda una vida se avizora a apenas un paso. Son 1.038 kilómetros y, con suerte, doce horas de viaje los que separan a Vicente López de Santiago del Estero. Y hay 754 kilómetros desde Rosario hasta esa ciudad del norte argentino.
La Ruta Nacional 9 y la 34 fueron escenarios de una procesión interminable. Por su asfalto pasó una caravana de fe, de esperanza, de galopante ilusión, de sueños rebeldes que se escaparon de la almohada para quedar a un paso de convertirse en realidad. Son miles los hinchas de Rosario Central y Platense que viajaron con la expectativa de ver a su equipo dando la vuelta olímpica.
Los fanáticos del Canalla tienen un recuerdo más patente, más nítido de la gloria. En 2018 levantaron la Copa Argentina de la mano de un equipo armado por un hombre de la casa: el Patón Edgardo Bauza. Fue un desahogo luego de haber perdido las finales de esa competencia en 2014, 2015 y 2016. En ese 2018 los rosarinos lograron cortar una sequía de 23 años sin títulos con un descenso de por medio: la última consagración había sido en la Copa Conmebol de 1995. Pero sólo los que peinan canas tuvieron la posibilidad de ver a su equipo campeón de un torneo: el último fue el de la temporada 1986-87, de la mano del histórico Ángel Tulio Zof. Esta final ante el Calamar no otorga un campeonato, sino que el reglamento técnico especifica que se trata de una copa nacional. Sin embargo, para el paladar futbolero tiene sabor a torneo. Lo que sí está claro es que Central intentará bordar su 12 estrella.
Platense, en cambio, navegó durante 22 años en las turbulentas aguas del ascenso. Desde su descenso en 1999 llegó a caer dos veces en la B Metropolitano, la tercera categoría. Y tuvo que reconstruirse desde los escombros, con el apoyo de sus hinchas más fieles, que sostuvieron al club en los momentos más oscuros. La luz al final del extenso túnel apareció con el ascenso en 2020. Y Martín Palermo, quien agarró un equipo que miraba la tabla de abajo, llevó al Calamar a una final después de 80 años de espera. El Marrón fue finalista de la Copa de Honor de 1918 (perdió ante Independiente) y la Copa Adrián Escobar en 1943, con caída ante Huracán. Ahora irá por su primera gran alegría en la máxima categoría.
“Nadie creía en Platense, en que hoy esté en el lugar que está. Con lo difícil que es el fútbol argentino, hay que disfrutar. Es un privilegio, muchos equipos quisieran estar donde estamos. Ahora vamos por lo que queremos todos”, comentó el Loco Palermo, arquitecto de un conjunto duro, batallador y pragmático que llevó al Calamar a estar a pasos de la cima. El equipo se metió en los play off por la ventana tras terminar cuarto en la Zona B y luego eliminó por penales a Huracán y Godoy Cruz.
El Central de Miguel Ángel Russo, quien a los 67 años tiene una notable ventaja en el rubro experiencia sobre el Titán, también avanzó a instancias de eliminación directa con el último aliento: entró cuarto en la Zona A. Y luego dio dos golpes al dejar en el camino por penales a dos grandes candidatos al cetro como Racing y River. “Dios quiere que se nos dé. Y si se tiene que dar, se va a dar”, fue el mensaje de fe de Miguelito, prócer del Canalla, donde ya tuvo cinco ciclos y sólo le falta su primer título. “El armado del equipo fue duro, largo y difícil. Nadie nos regaló nada para estar acá, así que vamos a dejar todo”, contó el técnico.
Serán 30.000 los hinchas que reventarán las tribunas del estadio Único Madre de Ciudades. Las reservas hoteleras, los vuelos, los micros y las rutas colapsaron en Santiago del Estero y localidades aledañas como La Banda y Río Hondo. Viajaron más hinchas de los que pueden entrar. Hay más gente que butacas disponibles. No hay espacio para albergar tanta ilusión. La pasión desbordante cabe solo en el corazón de aquellos fanáticos acostumbrados a sufrir. Hinchas que solo conocen de fidelidad a los colores y que hoy empujarán a Rosario Central y Platense para que salgan a la cancha a redactar la más hermosa de todas las historias: la que escriben los que ganan.
Formaciones
Rosario Central: Jorge Broun; Damián Martínez, Facundo Mallo, Carlos Quintana, Agustín Sández; Agustín Toledo, Kevin Ortiz, Tomás O’Connor; Ignacio Malcorra, Luca Martínez Dupuy y Jaminton Campaz. DT: Miguel Ángel Russo.
Platense: Ramiro Macagno; Nicolás Morgantini, Ignacio Vázquez, Gastón Suso, Raul Lozano; Facundo Russo, Franco Díaz, Nicolás Castro, Lucas Ocampo; Mateo Pellegrino, Ronaldo Martínez. DT: Martín Palermo.
Árbitro: Nicolás Ramírez. Junto a él, como asistente 1, estará Juan Pablo Belatti. El asistente 2 será Sebastián Raineri y el cuarto árbitro Rodrigo Rivero. El encargado del VAR será Mauro Vigliano y como AVAR estará Jorge Baliño.
Una particularidad: Ramírez fue el referí de la final de la Copa Argentina, Estudiantes 1 – Defensa y Justicia 0, lo cual es una demostración de la buena valoración del director nacional de arbitraje, Federico Beligoy.
Cómo se define
Será a partido único con público de ambas hinchadas. A diferencia de los cuartos de final y semifinal, en caso de empate sí habrá tiempo suplementario: dos tiempos de 15 minutos. De persistir la igualdad, entonces se definirá a través de una tanda de penales.