Dicen que la pita se rompe por el lado más débil y ese lugar es en el que está Reynoso actualmente. Aunque cueste aceptarlo, porque creo en que los procesos deben sostenerse hasta el final, no hay un argumento en términos de resultados y rendimientos para justificar la continuidad del entrenador después de enfrentar a la ‘Vinotinto’. Somos últimos de Sudamérica, apenas sumamos un punto de 15 posibles, no hemos convertido goles y tampoco registramos victorias. Es decir, estamos en una situación complicada que es difícil revertir. Requiere un trabajo titánico, casi milagroso, y el respaldo necesario que Juan ya no tiene.
El Perú de Reynoso es un equipo que no sabe a lo que juega, que deambula en la cancha y se olvidó de ganar. Le cuesta tener la pelota, ganar las divididas, asociarse para romper líneas y crear situaciones de gol. Parece una selección timorata, que asume pocos riesgos y muestra un rendimiento por debajo del esperado. Ha perdido su propia identidad, ese ADN ‘chocolatero’ que nos hizo conocidos ante el mundo y hoy extrañamos más que nunca. Podrán decir que no tenemos jugadores en grandes ligas, pero aun en nuestra carencia supimos clasificar al Mundial cuando Ricardo Gareca dirigió a la selección.
Entonces, no pasa por lo que no tenemos, sino por hacer mucho con poco. Y da la impresión de que Reynoso no sabe cómo hacerlo. No encontró la manera de que su discurso llegue a sus futbolistas ni convencerlos de que su entendimiento del fútbol es la mejor para la bicolor. Por eso, cortar un ciclo a veces es necesario para iniciar otro nuevo. Uno distinto, que abra la esperanza hacia la clasificación y recupere esa antigua conexión con la gente. Juan Carlos Oblitas dijo que eso no se puede perder, pero debe aceptar que el sentimiento ya no el mismo de antes.
Reynoso debe irse porque hay razones dentro de lo futbolístico para hacerlo. No por una campaña publicitaria de un sponsor de la selección que utiliza el sentir del hincha para exigir explícitamente la salida del entrenador. Nunca antes había visto algo así, pero acá cualquier cosa puede ocurrir, sobre todo cuando en la FPF hay gente tan cuestionada como Agustín Lozano. Es más, esa información filtrada de cuánto ganan Reynoso y su comando técnico salió de la Videna, de una persona poco confiable y deshonesta. ¿Con qué interés se filtra el sueldo del entrenador?, ¿bajo qué argumento?, ¿con qué fin?
Sea como fuere, la bicolor está en el medio de todo y necesita recuperarse a sí misma. Para llegar al Mundial, no hace falta un técnico obsesionado con cada movimiento de sus jugadores dentro del campo, sino uno que sepa darles la libertad de jugar. Perú está acostumbrado a hacer de su fútbol el arte del engaño y hacia eso se debería apuntar. Quien llegue a asumir el buzo de la selección en el futuro tendrá que parecerse más a Ricardo que a Juan. Y con ese perfil no hay muchos.
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