Es el infierno de Avellaneda. El Diablo no está mal parado: está saltando. Tevez se despoja de la seriedad de mayordomo inglés y explota. Se abraza con un desfile de colaboradores. Busca algún que otro jugador que se desprendió del pogo que salta en el Cilindro. Que ya no siente las inclemencias de la tensión acumulada, de la fricción, del vigor. Del fútbol. Y sólo queda el festejo.
Es el infierno de Avellaneda. El del Independiente de Carlitos. Marca registrada. Marca redoblada, también. Repliegue inteligente para entender limitaciones. Sin satisfacer paladares gourmet que, quizás, a estas horas ya hayan olvidado el cómo porque están dedicándose a festejar el qué. Una victoria que conceptualmente trasciende aquella racha adversa en tierra racinguista. Que tiene su peso. Que aunque no signifique un olvido del objetivo madre, ofrece esperanzas de cambio de época. Sin brillo pero con épica.
En el infierno de Avellaneda que bramó contra un Fernando Gago sin crédito y ya fuera de Racing, Independiente ganó 2-0, sí, pero goleó en otro aspecto que no es estadísticamente mensurable aunque sí valioso: el vigor. El ímpetu para ganar las pelotas divididas que en los clásicos valen victorias. Para ser más en la estratósfera del campo y también por abajo. Y para aguijonear a consciencia. Porque no se explicaría el triunfo sin la efectividad de Canelo para convertir el pase de base de NBA de Braian Martínez. Tampoco sin la constancia de Giménez Rojas para insistir en una pelota condenada al olvido generando un tiro que derivó en la mano de Colombo y el posterior toquecito al 2-0.
Así se explicó la victoria de Independiente. Y también la derrota de un Racing ciertamente apático. Que perdió la posibilidad de hundir en la tabla roja a su rival. Que pasó más tiempo con la pelota (66%/34% el registro de posesión) pero que con ella no inquietó. Que chocó contra el muro y que, por decisión (inexplicable) de Gago a la vez perdió al único jugador que razonaba caminos con su zurda: Juanfer Quintero.
Su salida fue equivalente a que un conductor perdido tirara por la ventanilla el GPS. Si el plan era que Almendra fuera eje, falló: Agustín no entró bien. Tampoco fue exitosa la búsqueda con Maxi Romero para acompañar a Roger Martínez. Porque de nada sirve tener laterales que aguijonean sin un cerebro que los alimente con pelotazos al espacio. Porque es imposible llegar si el bloque defensivo rival se defiende con cinco, más Canelo retrocediendo como 8 y Marcone como un sacrificado enésimo central. Y es mucho más complejo si esa estructura en bloque no cede una fibra ni siquiera estando al borde del calambre. Contexto que decanta en la lógica futbolera: el que mejor entiende lo que se está jugando, más chances de ganar tiene. Y así fue en el infierno de Avellaneda.
Con Racing sin Gago. Y con Independiente celebrando el triunfo pero mucho más la muestra de carácter que tuvo para creerse lo que su entrenador predicó. Que no sólo está para pelear la permanencia sino que está imponiendo presencia en la tabla de arriba. Con un estilo. Con una impronta que ya se volvió clásica.
Video: el resumen del triunfo de Independiente ante Racing
Club Atlético Independiente – 30-9-2023
La victoria de Independiente ante Racing
Carlos Tevez – 30-9-2023
Los jugadores de Independiente festejaron con Tevez
Fernando Gago – 30-9-2023