Cuando River juega en el Monumental, aún con altos y bajos en su funcionamiento y atendiendo a que todo esto se trata de un deporte en el que hay un rival que también tiene su estrategia para ganar o empatar, hay 86 mil personas en la cancha que saben más o menos qué van a ver. Cuando el equipo se aleja de ese búnker, ya nadie sabe del todo qué va a pasar. O en todo caso lo peor, para River, es que esa incertidumbre lentamente va dejando de serlo: el último campeón del fútbol argentino no sólo casi no gana fuera del Liberti sino que hace meses que no juega bien. Y en el Florencio Sola igualó la peor marca de la última década.
Lo que pierde forma y deriva en imprevisibilidad arrancó últimamente también en el parado táctico del CARP: contra Banfield, en otra mala producción que terminó en un empate que pudo ser derrota si no era por la resistencia estoica de Armani y de Paulo Díaz, el 11 que armó Demichelis ya anunciaba problemas en una mitad de la cancha desbalanceada con Kranevitter como única contención y con cinco futbolistas por delante de pleno corte ofensivo. El resultado fue un River a menudo partido en dos, largo, que pocas veces (una terminó en el gol de Solari) logró establecer superioridad desde una posesión funcional del medio hacia adelante. No muy distinto, aún con otro esquema, había pasado ante Vélez en el “peor partido” de la era MD que derivó en los problemas internos que a las pocas horas se hicieron públicos. Los cambios del propio entrenador tampoco arrojaron certezas en ese sentido. ¿Y ahora?
Y ahora llega el partido más importante de un semestre que arrancó de la peor manera posible, con un River eliminado de la Copa Libertadores, de la Copa Argentina, con una evidente superpoblación de nombres importantes que administrar con apenas una competencia por delante, con temblores de vestuario que afectaron la relación del técnico y los referentes y con un equipo que decididamente pierde identidad cada vez que sale de casa. En ese contexto deberá ir el CARP a jugarse el domingo una final en el superclásico contra un Boca que, para colmo, le recordará indirectamente a su rival de toda la vida durante la semana que ellos sí están en las semifinales de la Copa.
¿Qué River veremos en la Bombonera? Nadie lo sabe. No se sabe cuál será River en esquema pero tampoco en nombres, con más de un jugador que todavía no se gana su lugar en el 11. Tampoco se sabe qué River se verá en términos de intensidad: superado por rivales inferiores que le ganaron casi todas las divididas y segundas pelotas, la personalidad del equipo fuera de casa no es hoy una garantía. Y menos en un territorio tan hostil como el que se le presentará el domingo.
¿Tal vez, en todo caso, la visita a Boca en el Súper en este momento tan particular sea una buena noticia por esto de que los clásicos suelen prescindir de los contextos y no ajustarse a las tendencias de los equipos? Podría serlo si el plantel toma este partido como el ideal para hacer, de una vez por todas, un click: el escenario le da esa posibilidad y estará en River aprovecharla. De lo que no hay dudas es de que el derbi en el Alberto J. Armando será un punto nodal para el 2023 de River y también para el futuro, que marcará un quiebre para bien o para mal.
Un triunfo en la Bombonera sería una inyección anímica
Ganar le daría al club, a sus hinchas, al cuerpo técnico y al grupo de futbolistas una inyección anímica que se transformaría muy rápidamente en tranquilidad para transitar el largo y espinoso camino hasta un diciembre que inevitablemente traerá cambios importantes. Incluso le resolvería casi por peso específico propio a Demichelis las dudas que pueda tener sobre el equipo ideal para lo que resta del año y para proyectar la próxima Copa Libertadores. Dudas que hoy no se despejan por sí solas, claro.
¿Seguirá apostando en el lateral derecho a un Simón que se está adaptando de a poco al puesto pero que aún sufre defensivamente cuando lo atacan? ¿Pondrá a Enzo Díaz y correrá de cuatro a un Casco que le da experiencia pero que nunca rindió del todo en ese perfil? ¿Volverá a jugársela por un Funes Mori que aún está lejos del que fue o le devuelve la titularidad a un Pirez que aún no tiene rodaje en el semestre? ¿Aliendro, que entró muy flojo en el Sur tras un mes sin juego, es una solución segura para el Súper? ¿Pone a un Solari que aporta goles y pases gol y saca un volante del esquema del campeón? ¿Rondón o Borja? Intentará averiguarlo en la semana Demichelis. En cualquier caso, el domingo cerca de las cuatro de la tarde el entrenador tendrá respuestas certeras para todos esos ítems o multiplicará las preguntas…