La imagen en el brazalete es su homenaje. Pero también, es más que eso. Ahí, en la cinta de capitán, no sólo está la foto de Segundo Tevez. Está su recuerdo, su lucha, su legado, el dolor. Por algo Carlitos eligió tener a su papá en su brazo. Para que lo acompañe de alguna forma en cada partido y también para tener presente que si es lo que es (en el fútbol y en la vida) mucho, muchísimo, tuvo que ver con él.
Así, con esa fuerza, pero también con ese sentimiento, el Apache jugará su partido número 20 ante River, la camiseta a la que más enfrentó con la azul y oro. Y en cierto modo, tendrá este domingo la ocasión de brindarse una pequeña alegría, de sacarse viejas espinas, de volver a festejar en un superclásico.
Carlitos lleva en el brazalete a su papá.
Por varias razones, entonces, para Tevez será un partido especial. Lo será para todo Boca, es cierto, porque en esa olla a presión que será la Bombonera habrá mucho en juego. Carlitos sabe que el hincha no tolerará otro traspié con River y una nueva eliminación (ahora en el terreno local).
Y él, como líder del equipo, tendrá la responsabilidad de asumir esa presión. Sin embargo, al mismo tiempo, deberá ir a la batalla con un dolor que lleva a flor de piel, que lo cambió (lógicamente) y que lo tiene visiblemente apagado …
La cinta vamos que pidió Carlitos, con la foto de su papá y el logo de su Fundación Juntos por más.
En el club creen que a «Carlitos le está cayendo la ficha de lo de su papá», que “lo extraña”, que “siente su ausencia”. Que por esa razón ya no se lo ve con la alegría que solía mostrar muchas veces en las prácticas, o con esa sonrisa característica que siempre lo acompañó.
Por lo pronto, apenas falleció Segundo, Carlitos le pidió a Sebastián Jaen, hincha de Boca y amigo de su hermano Diego, que le hiciera un brazalete de capitán con la imagen de su papá, que tiene varios modelos. No fue casual. De hecho, cambió la cinta que usaba antes por la marca de su corazón.
Carlitos contra River en el último partido: fue 1 a 1. (EFE)
El impacto en lo futbolístico
Su nivel futbolístico también entró en un pequeño bajón y hay ahí algunas de las respuestas, porque nadie, ni el hombre más curtido del planeta, puede salir así como así de un golpe tan fuerte como el que le tocó vivir, la pérdida de un hombre tan influyente para su vida, para su cotidianidad, para su familia. Sin embargo, aun así, Carlitos sigue siendo uno de los mejores del equipo.
En ese contexto, Tevez también afronta otras situaciones que juegan en lo anímico: desde hace un tiempo que viene tomando conciencia de que es su último año en Boca y en este camino se le fue un amigo con el que era compinche permanente como Wanchope Ábila (”Con él se divertía y se distraía”, cuentan desde el predio de Ezeiza).
Además, cada partido que pasa pesa sobre sus espaldas: desde hace tiempo que, a los 37 años, su nivel es mirado con lupa y la presión por la tan ansiada Séptima (la Copa por la que volvió y estiró su carrera) lo tiene tan ocupado como preocupado, sobre todo después de la derrota con Santos.
Lo que se juega
Pero el futuro es el domingo. Y Tevez lo sabe. Carlitos, el picante mensajero del último superclásico (”Noté nervioso a River, nunca lo vi así”, dijo tras el 1 a 1 del 14 de marzo), el hombre que con su gol le sacó a Gallardo su primer título de liga en esa definición cabeza a cabeza en el 2020, tiene claro que llegó el momento de imponerse de una vez por todas en un mano a mano.
Es cierto que el equipo estuvo cerca de ganarle a River en los últimos choques en la Bombonera y que parece haber dejado atrás el miedo a perder, pero en definitiva, eso debe confirmarlo. Y el domingo, no hay empate que maquille la historia: es ratificar esta nueva era o retroceder cinco casilleros hacia la vieja oscuridad.
El Apache, entonces, deberá hacerse fuerte desde su reconocida fortaleza espiritual y ser la bandera de la recuperación nada menos que en un Súper que puede dejar su huella marcada a fuego para él, para el equipo, para Russo y hasta para el Consejo de Riquelme. Pero esta vez todo estará en juego en este pase a la semifinal de la Liga.
Ahí va Carlitos con su historia a cuestas. A pelear otra vez ante su rival más peligroso, a tapar viejos fantasmas y a vencer, por un rato, a su dolor.