El tablero de ajedrez, desplegado: en el horizonte hay un superclásico que dará una estrella. O, en otras palabras, hay una final. Cada vez más corriente en estos tiempos por la multiplicidad de títulos en disputa, una definición mano a mano entre los dos más grandes no deja de ser un evento excepcional a una escala histórica que sólo ofrece tres ejemplos.
En ese sentido, desde que River venció a Banfield por el desempate preliminar al Trofeo de Campeones 2020 postergado por pandemia, el partido ya empezó a jugarse. Porque la fecha y la sede para la disputa de esta final es un tema que ya ocupa a los dos gigantes en un contexto de calendario que no ofrece demasiadas opciones. En octubre la LPF había confirmado que el TdC iba a disputarse el 1/3, el próximo miércoles. Esa fecha se corrió porque la ocupó la Supercopa que jugará el propio Boca ante Patronato, en una final decisiva con el antecedente de las dos que dejó escapar con Racing: allí se pensó en el 15/3…
Aunque desde los dos clubes aseguran por lo bajo que habían dado el OK para disputar el partido a mitad de marzo, hoy esa chance parece empezar a diluirse por falta de tiempos organizativos, sin contar con que Córdoba, la plaza que tenía apuntado este potencial superclásico, ya reservó el Kempes para que el 18/3 tenga lugar allí el recital de Joaquín Sabina, con lo que implica el armado del escenario y la logística previa. Y si repentinamente terminara ratificándose el 15/3, la final se mudaría a Mendoza. Así, la fecha que empezó a asomar es poco menos que la única que queda hacia adelante este semestre: el 17/5 en suelo cordobés.
Y eso tiene pros y contras para ambos. Por un lado, quedará pegado al Súper de Liga, el 7/5 en el Monumental. Y eso implica un riesgo elemental en estos tiempos en los que el miedo a la derrota, especialmente en estos partidos, suele ser más intenso que la ilusión por la victoria: perder dos derbis en diez días representaría un golpe muy difícil de sobrellevar para dos técnicos que son de la casa pero que no tienen el handicap que da la experiencia. Por lo demás, las especulaciones ya empezaron en las dos veredas.
Desde Boca estuvieron muy pendientes al 3-2 de River a Banfield y ya esperaban que el equipo de Demichelis fuera su rival. De entrada, y aún sin noticias de una Supercopa 2020 con River que tiene lugar en el calendario de este semestre, ya implica un triunfo para Riquelme que se sigan disputando todas las finales que tanto reclamó. Con un arranque turbulento de temporada, el clásico en marzo podía tener contraindicaciones que ahora se ven más despejadas: el último ajuste de Ibarra al equipo elevó la confianza tanto como los problemas defensivos que tuvo River el miércoles. La coyuntura puntual envalentonó un clima que ya tenía una base positiva teniendo en cuenta el cambio de paradigma de los últimos cruces en los que el Xeneize pareció empezar de a poco a revertir la paternidad del ciclo Gallardo. ¿La buena pensando en mayo? Zeballos seguramente estará disponible.
En cuanto a River, parece quedar más cómodo mayo: la era Demichelis arrancó bien en resultados, pero el equipo aún no terminó de formar al 100% su identidad y lucha contra problemas de herencia, especialmente en términos de solidez. Eso sin contar que en tres meses el pronóstico es más amable para contar con piezas clave en su mejor forma, como Kranevitter, De la Cruz o Paulo Díaz. Y, claro, aún en plena transición de la etapa más gloriosa de la historia, una final con Boca tan temprano podría ser inoportuna.
Sí, el superclásico no tiene fecha, pero la final ya se juega desde hace rato.